Si Versalles pudiera hablar
por Quim CasasSiendo un director fundamental para el cine francés de las tres últimas décadas, Benoît Jacquot no ha tenido demasiada suerte con la distribución en España, como tampoco la han tenido Jacques Doillon, Philippe Garrel o Arnaud Desplechin, por poner otros tres casos sangrantes de cineastas primordiales con escaso o ningún estreno comercial en nuestro país. Poco nos ha llegado de Jacquot, y siempre ha sido al amparo de la que es una de sus actrices predilectas: gracias a la presencia de Isabelle Huppert se estrenaron en su momento 'La escuela de la carne' (1998) y 'Villa Amalia' (2009), dos filmes de Jacquot bien distintos al que nos ocupa.Huppert no está en el reparto de 'Adiós a la reina', pero el personaje que interpreta la internacional Diane Kruger, la reina María Antonieta, muy bien le podría haber sido adjudicado a la protagonista de 'Borrachera de poder'. Jacquot pretende mostrar la otra cara de la historia, de esa historia que todos nos sabemos más o menos de memoria. Se habla de la toma de la Bastilla, y del descontento popular, y de la amenaza de la guillotina que pende sobre monarcas y aristócratas, pero eso está fuera de campo ya que toda la acción se concentra en las dependencias versallescas de la reina, allí donde suspira por el amor de una de sus cortesanas y allí donde establece una curiosa relación con una de sus lectoras.Jacquot, al revés que Patrice Chéreau cuando evocó la matanza de hugonotes en 'La reina Margot', deja el espectáculo de la revolución, porque así, como un espectáculo más trepidante o más oscuro, ha sido mostrado casi siempre por el cine, para situarse en la retaguardia de la Historia y ocuparse de las emociones de los personajes fracturadas por una situación límite. 'Adiós a la reina', con una puesta en escena que es tan fría, casi quirúrgica, algo habitual en Jacquot –y primordial de su estilo en sus inicios con 'Les enfants du placard' y 'Les ailes de la colombe'–, como distinta a lo establecido en estos casos –sin llegar, pero, a la posmodernidad de Sofia Coppola–, nos cuenta un episodio crucial a partir de evanescencias, sugerencias, dudas, temores, anhelos, deseos reprimidos, imposiciones y relaciones verdaderas. Jacquot demuestra que la Historia, en el cine, puede escribirse aún de muchas y fecundas maneras.
A favor: plantear una película de época lejos de los corsés del cine de época y dando una visión bien distinta de la Historia.
En contra: que no se hayan estrenado muchas de las películas de su director.