Mundos opuestos (o no)
por Carlos LosillaNo es fácil conciliar el intimismo y la trascendencia. Y sin embargo muchas películas recientesparecen sentirse en la obligación de hacerlo, como si comprender el mundo significaraentender lo grande y lo pequeño, lo cotidiano y lo cósmico, sin apenas diferencias, porque noexisten fronteras entre el gesto más sencillo y el misterio del que procede. Quizá 'El árbol de lavida', de Terrence Malick, se erija en el buque faro de esta tendencia, pero resulta curioso queLars von Trier, Abel Ferrara o Béla Tarr también hayan respondido a esa llamada de lo ocultopara explicarse qué es de nosotros en este mundo que, para algunos de ellos, está llegandoa su final. En 'Otra tierra', primera película de ficción de Mike Cahill, ese cruce tiene lugar demanera delicada, alusiva, apenas entrevista. El centro del relato es la historia de una culpay de cómo pagarla, el error fatal de una adolescente que marcará toda su vida, la relaciónque establecerá con la que fue su víctima. Otra tierra, efectivamente, otro mundo, o biendos mundos que parecen distantes pero no son tan distintos. Como ese planeta en el que seha descubierto una vida idéntica a la de la Tierra, y en la que incluso podrían vivir dobles denosotros mismos, réplicas de nuestras vidas.
La metáfora, pues, es evidente, quizá demasiado: vivimos en planetas separados aunque enel fondo estemos más próximos los unos de los otros de lo que podría parecer. La metáfora,pues, es también un poco ingenua. Sin embargo, Cahill se olvida prácticamente de ella paracentrarse en la historia de esos dos seres a los que la vida separa y luego une, la joven quearrolla con su coche a la familia de un músico y ese hombre desamparado, amargado, que viveen la soledad de su sufrimiento. 'Otra tierra' alcanza sus mejores momentos en esa relación,en ese reencuentro, hasta el punto de que a veces uno llega a desear que no existiera lametáfora del planeta-espejo para que Cahill se centrara en lo que realmente importa. Peroluego lo pensamos y resulta que no, que eso es necesario, que quizá resulte naif en su excesivominimalismo, pero que también explica muchas cosas acerca de esa existencia hundida enlo material pero que aspira a algo más elevado, a una explicación de todo esto. La respuestaes que la explicación no existe, pero que nuestra obligación es pensar en ello. Porque de esepensamiento nacen las imágenes mentales, que son la razón de ser del cine. Imágenes comolas de ese planeta lejano en el que quizá vivamos otra vida, no se sabe si más plena, más llenade sentido.
A favor: El modo en que se imbrican un melodrama sobre la redención y una fábula sobre la posibilidad del fin del mundo.
En contra: La intermitente ausencia de energía, que resta intensidad a una propuesta que lapedía a gritos.