Críticas
4,0
Muy buena
Sister

Una familia

por Israel Paredes

En su primer largometraje, 'Home ¿Dulce hogar?', la cineasta suiza Ursula Meier planteaba una historia surrealista en su planteamiento narrativo pero hiperrealista en su realización formal para dar forma a una historia sobre una familia aferrada a su casa -en el sentido tanto material como conceptual de la palabra- y arrojar una visión alrededor del concepto de familia tradicional. Para ello, mostraba la descomposición de una familia mediante una contundente metáfora que mostraba a una cineasta prometedora y diferente a pesar de la irregularidad de la propuesta. 'Sister' ha sido la constatación de que Meier es una notable directora y creadora de cuentos que miran a la realidad de manera directa con una cierta crueldad soterrada.

En 'Sister', Meier ha optado por abandonar cualquier atisbo de surrealismo en la construcción de la historia como en su primera película y ha apostado por una narración que, aunque parezca increíble en algunos detalles, acaba siendo del todo verosímil. No existe el juego metafórico de 'Home ¿Dulce hogar?', pero sí persiste la idea de trabajar un relato a modo de cuento, en este caso infantil. Meier vuelve a optar por una puesta en escena directa e hiperrealista que mira, más que en su ópera prima, al cine de los hermanos Dardenne aunque aportando una mirada personal tanto en su acercamiento a los personajes como a la historia. No obstante, sus intenciones no son tan claramente políticas como las de los cineastas belgas, sino que se contenta con esbozar una historia sencilla en su apariencia a partir de la cual poder sacar conclusiones de mayor alcance.

Dos personajes son suficientes para mostrar, de nuevo, un núcleo familiar disfuncional, compuesto por Simon (Kacey Mottet Klein), un niño de doce años, y Louise (Léa Seydoux), su hermana mayor. Ella va y viene de casa; tiene un novio que le pega pero de quien no es capaz de alejarse; ningún trabajo le dura demasiado. Simon, por su parte, se pasa el día en una estación de esquí robando material para venderlo. Ha creado un negocio con el que consigue subsistir; también mantiene en muchos momentos a su hermana. Consigue mucho dinero, el cual, y la manera de lograrlo, acaba siendo no solo la manera de sobrevivir, sino también la forma de cubrir sus carencias afectivas. Meier narra de manera lenta, observando los sucesos. Le interesa mostrar antes que comentar. Pero no existe la frialdad de su primera película. En 'Sister' la cineasta ha cargado de emoción su relato, aunque no caiga en el melodrama fácil en ningún momento. No es sencillo empatizar con los personajes, pero tampoco resulta fácil atacarlos por sus actos. Esto crea cierta distancia que ayuda a analizar mejor aquello que sucede a su alrededor, aquello que Meier quiere mostrar en los márgenes de la narración.

Estamos ante una historia tan íntima como general, pues estos dos personajes acaban alzándose como representantes de una sociedad marginal que sobrevive como puede. Es posible que, como la hermana, sean productos de sus propias decisiones, pero se encuentran sumidos en una cierta miseria. Es ejemplar el trabajo de la directora a la hora de mostrar esta circunstancia a través del paisaje. El solitario edificio en el que viven los hermanos, el único, está rodeado de un paisaje árido, de carreteras y ferrocarriles, sucio y descompuesto, mientras que la estación de esquí representa un bienestar que ellos no han conocido. Meier combina planos medios de los personajes con planos generales del paisaje -dejando a los personajes en muchas ocasiones en el centro para mostrar su nimiedad- contrastando dos realidades antagónicas. El trabajo paisajístico y su relación con los personajes es excepcional, utilizando la música de John Parish en contadas ocasiones, pero muy recapacitadas, aprovechando su minimalismo musical, en este caso, para contrapuntear las imágenes, para dotarlas de una mayor soledad y desolación. Del mismo modo, el apartamento en el que viven acaba convirtiéndose, gracias a la posición de la cámara, en un espacio agobiante y enviciado, que aumenta aún más la soledad de un niño que, en el fondo, lo único que busca es afecto. Principalmente de una hermana que no es tal pero que él decide seguir considerando de esa manera con tal de poder tener a alguien a su lado. Pero también lo busca en otras familias que encuentra en la estación de esquí o en un trabajador de la misma. La soledad en la que vive es enorme. El paisaje abierto, nevado, frío y monótono aumenta esa sensación. Sean espacios abiertos o cerrados, Meier sabe trabajarlos para transmitir esa sensación. Del mismo modo que los estadillos de violencia, viscerales y muy físicos, entre los hermanos no son sino la manera de sacar fuera la rabia acumulada, la desesperación que anida en su interior.

Meier ha logrado desde la sencillez narrar una historia con bastante contenido en su interior, lográndolo no solo mediante la historia que cuenta sino más bien a través de la forma en como lo hace. Y eso es muy meritorio en la actualidad. Queda, en este sentido, el recuerdo de un final tan desolador como esperanzador que muestra a los dos personajes tan lejos el uno del otro como irremediablemente obligados a estar juntos.

Lo mejor: Los actores y el trabajo visual de Meier.

Lo peor: Que el ritmo lento puede distanciar a los espectadores de la historia.