Críticas
3,5
Buena
Porfirio

Justicia desesperada

por Carlos Reviriego

Un hombre llamado Porfirio quedó discapacitado de la cintura a los pies al recibir una balaperdida disparada por un policía, consecuencia del conflicto civil colombiano. Esclavizadoa una silla de ruedas, reclamó su derecho de indemnización a un Gobierno ciego, sordo ymudo. Se cansó de esperar lo inesperable, escondió dos granadas en sus pañales y subió a unavión para secuestrarlo. El director de 'Cocalero' (2007), Alejandro Landes, leyó la noticia enun periódico hace seis años: "Hombre discapacitado en pañales secuestra aeronave rumbo aBogotá". Quiso conocer al protagonista del suceso, entonces encarcelado. El cineasta tuvo unailuminación. A partir de un guión desarrollado en el Sundance Institute, y con un protagonistade excepción – Porfirio Ramírez Aldana, el hombre que la prensa colombiana había apodado "elaeropirata"–, Landes se propuso replicar la historia empleando los mismos elementosgeográficos (la región amazónica de Colombia) y humanos (Porfirio, su hijo y su vecina).

El filme se inscribe así en una interesante intersección entre la intención documental y elrelato ficticio, entre la realidad y la imaginación. Paul Greengrass empleó una metodologíasimilar en 'United 93', donde algunos de los empleados de la torre de control del aeropuertoJFK se interpretaron a sí mismos en una minuciosa reproducción de la cadena de eventos quese produjo ante los secuestros múltiples del aciago 11-S. Pero 'Porfirio' no es un docudrama,ni un filme que opere bajo los códigos genéricos del thriller o el film político. En verdad, elevento noticioso actúa apenas como sustrato y origen de la película, que no apuesta por ladramatización de los hechos, sino por la neutralidad expositiva y la descripción antropológica.Landes no focaliza su atención en el secuestro –que de hecho sólo se produce al final de lapelícula y en fuera de campo–, sino en la existencia diaria –abluciones, ejercicios, higiene, sexo,etc.– de un hombre cuyo mundo se ha visto reducido a las constantes limitaciones de su estado,postrado en una silla de ruedas y completamente dependiente de su hijo (Jarlinsson Ramírez) yde su vecina (Yor Jasbleidy Santos), con quien mantiene relaciones sexuales.

Rodado en cinemascope, 'Porfirio' atiende a la poética del cuadro quieto y generalmente bajo (alo Ozu), adoptando la insólita altura del punto de vista del parapléjico, en cuidadas y simétricascomposiciones, con el fin de proyectar la relación claustrofóbica que Porfirio (el hombreque se interpreta a sí mismo) mantiene con el mundo que le rodea. El rigor bressoniano en ladescripción de su cotidianidad, la cualidad física de las imágenes –la lucha permanente de unhombre con un cuerpo que es incapaz de controlar– y la milimétrica puesta en escena inscribenla película en cierto modelo de cine goloso para festivales de autor –compitió en la Quincenade Realizadores de Cannes–, ese cine surcado de silencios y ritmos dilatados, de una bellezaexótica, si bien alimentan de una extraña tensión la rebelión interna y la callada desesperaciónque va desarrollando el personaje, y que sólo detona al final del relato. Adquiere entoncesPorfirio una dimensión política que apenas había quedado apuntada con anterioridad, medianteuna conversación telefónica y la visita a un abogado fantasma. La lucidez del cineasta, quese coloca en todo momento en una posición de observador (con planos cenitales cuando lasituación lo requiere), pasa por retratar desde la periferia los gestos de rebeldía de un cuerpoy una vida ultrajados. Lo hace con una insólita clase de asepsia dramática, apelando a lavía inductiva de los relatos que se construyen desde los márgenes, y cuyo ritmo sin dudapuede provocar el tedio del espectador acostumbrado a los tiempos cinéticos impuestos porHollywood, pero que finalmente se antoja tan astuta como penetrante.

A favor: El descubrimiento de un cineasta que establece un pacto moral con lo que filma.

En contra: La excesiva duración. Le sobran al menos veinte minutos.