Críticas
3,0
Entretenida
Pompeya

Bajo el volcán

por Xavi Sánchez Pons

Como sucede con la tragedia del Titanic, los últimos días de Pompeya antes de ser destruida por la violenta erupción del volcán Vesubio han sido un material recurrente en la historia del cine. En 1913 llegó la primera versión con Los últimos días de Pompeya, un melodrama de cartón piedra y mudo de producción italiana protagonizado por Fernanda Negri. Ahora, más de cien años después y tras diversas versiones, es el turno de Pompeya, un pirotécnico espectáculo visual en CGI, pero con alma de cine de barrio, que supone un entretenido híbrido de muchos géneros. Léase: cine de catástrofes, péplum, historia de venganza y algo de drama romántico.

Dirigida por el estimable Paul W.S. Anderson, cineasta que ha sabido dotar de encanto bis a grandes producciones (tiene varios títulos a reivindicar, desde Horizonte Final a sus entradas en la saga Resident Evil), el nuevo filme del inglés dedica casi todo su metraje a las últimas horas de vida de la ciudad romana, ofreciendo un clímax final de destrucción, media hora digna de un parque de atracciones, donde tiene lugar la conclusión de todas las tramas que abre en la primera hora de metraje. Es en ese último tramo donde la película tiene sus mejores momentos; a excepción de su notable prólogo, una oscura y salvaje versión libre de los primeros minutos del Conan de John Milius.

En contra de Pompeya juega la formularia historia de amor entre los dos protagonistas, Kit Harrington (el actor de Juego de Tronos sale airoso de su primer papel protagonista) y Emily Browning, y la multitud de escenas de relleno que no hacen avanzar la historia situadas en la parte central del filme; algo que se puede llegar a perdonar por su claro aliento folletinesco y pulp. Un aliento que también presenta el villano de manual interpretado con solvencia por Kiefer Sutherland, un noble romano que se lo pasa en grande haciendo la vida imposible al héroe de la función, un Jon Snow fibrado metido a gladiador bárbaro.

A favor: Kit “Jon Snow” Harrington demuestra al fin tener sangre en las venas

En contra: que no aporta nada nuevo al género