Críticas
3,0
Entretenida
Despedida de soltera (Bachelorette)

La amarga risa de los treinta

por Beatriz Martínez

Hace aproximadamente un año, Jason Reitman firmaba una película tan cruda como descorazonadora en torno a los sueños perdidos de una generación rota que llegaba a los treinta y cinco totalmente destrozada, que se seguía engañando a sí misma y que no había podido asumir el paso del tiempo y adaptarse a las nuevas circunstancias, dándose de bruces con la realidad al comprobar lo vacía que de pronto estaba su existencia. La inmadurez y el desequilibrio emocional, la incapacidad para establecer relaciones sociales básicas, eran las señas de identidad de aquél espléndido y durísimo personaje que interpretó Charlize Theron en Young Adult (2011). Y es que en las tres protagonistas de Despedida de soltera, vuelven a reverberar los ecos de aquella egoísta, presumida, patética y odiosa Marvis Gave. El tono en esta ocasión es totalmente diferente, más gamberro y chabacano, adscrito a la comedia salvaje sin ningún tipo de sonrojo, alérgico tanto al subrayado como a la reflexión profunda. Sin embargo, a pesar de la fiesta, de la diversión non-stop que ofrece Leslye Headland en su ópera prima, hay un poso de tristeza en los rostros y en los comportamientos de Regan (la pija y doñaperfecta interpretada por Kristen Dunst), Gena (la chica atormentada que suple sus miedos y necesidades a través del sexo y que encarna una estupenda Lizzy Caplan) y Katie (la ingenua del grupo a la que da vida la siempre disparatada Isla Fisher).

Las tres fueron las más guapas y populares en el instituto y ejercieron a sus anchas la dictadura del desprecio, la mofa y la discriminación social. Ha pasado el tiempo y todavía siguen ancladas en su época dorada, añorando sus días de gloria en los que eran las reinas de la juerga, incluso siguen autodenominándose "pivones" y "busconas con clase". Katie no ha salido de ahí; Gena continúa torturándose por un amor de juventud; y Regan no ha terminado consiguiendo de la vida lo que esperaba.

Despedida de soltera muestra a estos tres personajes sin ningún tipo de tapujos, se ceba con ellos con bastante descaro y escarba en sus heridas al menor descuido. La directora consigue que sus tres heroínas lleguen a lo más bajo, que se revuelquen en el fango de sus errores, pero sin ningún tipo de atisbo moralista. No hay en ellas arrepentimiento, ni siquiera redención, a pesar de lo sorprendente que resulta que una película de estas características muestre una desinhibición tan destroyer en ciertas secuencias y en temas "tabú" (como las drogas). Tampoco se recrea en el patetismo de las chicas, aunque Headland en su afán por aligerar de algún modo el dramatismo que llevan implícitas algunas escenas (por ejemplo la sobredosis de pastillas de Katie), no consigue equilibrar el tono, intentando dotar a estos momentos de un ritmo simpático cuando, lo que ocurre en la pantalla, no tiene ninguna gracia. Leslye no sabe perfilar todavía con acierto las modulaciones internas del relato, pero lo que está claro es que consigue ser extremadamente cínica a la hora de destapar las máscaras de hipocresía de muchos comportamientos sociales, al mismo tiempo que logra alcanzar unas cotas de comedia loca realmente destacables y extraer de las cuatro actrices protagonistas lo mejor de ellas mismas, en especial de Lizzy Caplan, que tiene en esta ocasión la oportunidad de destacar frente a otras dos intérpretes acostumbradas a comerse la cámara.

A favor: Los tres "pivones".

En contra: Los chicos, apenas perfilados.