Democracia torcida (de risa)
por Paula Arantzazu Ruiz"La guerra tiene reglas, la lucha libre en barro tiene reglas..., la política no tiene reglas". La línea de diálogo anterior bien podría parecer otra descacharrante idea de cualquier ocurrente geniecillo de la gran familia de la nueva comedia americana, pero no, son palabras del ultraconservador y ex candidato a la presidencia de Estados Unidos Ross Perot. La ‘entusiasta' sentencia funciona como telón de apertura de ‘En campaña todo vale', anticipa lo que nos tienen preparados durante la película Will Ferrell y Zach Galifianakis como dos candidatos a congresista en campaña que van a muerte, y, a la postre, nos recuerda que, por mucho que creamos lo contrario, la realidad siempre supera a la ficción. Y más en política.
De hecho, uno de los tíos de Galifanakis fue congresista por el estado en el que tiene lugar la película, Carolina del norte, de donde es precisamente oriundo el actor. Y hasta aquí alcanzan las similitudes entre vida y ficción. O no. Porque pese a que la comedia dirigida por Jay Roach (responsable de la trilogía de Austin Powers, entre muchas otras pericias) se inscribe en el género de la sátira juguetona en torno al sistema democrático del país de las barras y las estrellas, 'En campaña todo vale' dispara donde hay que disparar. Y sin que le tiemble la mano. La cinta cuenta cómo el tontaina del pueblo (Galifanakis) consigue hacer frente al candidato demócrata (Ferrell), quien va en busca de su cuarta reelección como congresista por el distrito, gracias al empuje económico de los hermanos Moch (Dan Aykroyd y John Lithgow), unos millonarios que pretenden convertir gran parte de ese estado en una China dentro Estados Unidos, en una zona más o menos franca donde crear puestos de trabajo para beneficiarse de los pluses del gobierno y contratar según la legislación laboral del país rojo. No cuesta ver en los Moch el retrato del magnate Sheldon Adelson, ni de otros tantos multimillonarios sin escrúpulos, y en ellos hay algo también de aquel par de hermanos que jugaban con las vidas de un mendigo y un ricachón en 'Entre pillos anda el juego' (John Landis, 1983). Será probablemente porque de aquellos barros vienen estos lodos. En todos los sentidos.
Chascarrillos políticamente incorrectos, salidas de tono y disparates, todo vale, así pues, en un filme que no sólo se conforma como una fantástica y divertidísima comedia sobre las bambalinas de la lucha electoral, sino también como una valiosa lente de aumento de los miedos del país, localizados aquí en el imparable monstruo económico que es China y en la pérdida de fe en el que es a día de hoy, pese lo que nos pese, el mejor sistema político del mundo. El resultado de 'En campaña todo vale' hay que agradecérselo no sólo a la mano de Roach, el solventísimo director de la orquesta, también a la pluma que escribe los chistes y los dardos envenenados, el mismísimo Chris Henchy (Entourage) en su debut firmando un largometraje de ficción. Visto lo visto, es una lástima que tanto talento en estado de gracia no pueda disfrutarse en nuestro país en su versión original. ¿Por qué?
A favor: La pelea entre los dos candidatos va hasta el final y alcanza cotas incorrectas no, incorrectísimas.
En contra: Que sólo la estrenen doblada.