Críticas
4,5
Imprescindible
Fast & Furious 7

Jason y los autonautas

por Suso Aira

Resulta asombroso como una pequeña película (A todo gas) que no dejaba de ser una astuta transformación motorizada y tuneada de Le llaman Bodhi haya acabado dando pie a una saga instalada no ya en el superespectáculo, sino en la más pura y colosal mitología. Mitología. Exactamente es eso de lo que va esta última entrega (situada cronológicamente tras la tercera, Tokyo Race, de ahí algunas jugosas apariciones/recuperaciones especiales): de dioses furiosos y vengativos nórdicos (Jason Statham, claro) y de aguerridos caballeros de Asgard que van juntos a la búsqueda del nuevo vellocino de oro del siglo XXI (el ojo de Dios, un guiño adorable a la catódica Person of interest) y la megapelícula de acción.

Hace una cosa muy inteligente y divertida esta séptima aventura, algo que ya habíamos visto en la quinta y sexta parte: utilizar un punto de partida referencial cinéfilo para proseguir y revitalizar la franqicia. Si el quinto título era, en esencia, una heist movie (de hecho, reciclaba el guión de la nunca rodada The Brazilian Job, secuela de The Italian Job, el estupendo remake de F. Gary Gray), y el sexto la mejor cinta de 007 lejos del universo 007, Fast & Furious 7 es en realidad un Misión: Imposible de altísimo octanaje y a tope de revoluciones que no duda incluso en robarle escenarios (y líneas argumentales) a las películas de/con Tom Cruise. Misiones imposibles resueltas de las maneras más imposiblemente filigraneras (lo del triple salto entre los rascacielos debería estar ya grabado en oro en el Olimpo de las secuencias más molonas del cine de acción), en un alarde no sólo de producción, sino de realización. James Wan ha sabido integrarse en una pandilla de camaradas aportando cosas de su propia cosecha, algunas muy fardonas como esa cámara pegada literalmente a los cuerpos de los actores en las escenas de lucha, y otras más sutiles (en la parte final) que remiten a su anterior incursión en el thriller: Sentencia de muerte. Además de ello, no sólo homenajea a Justin Lin, su predecesor en la silla de director y el verdadero renovador de la serie, sino que se permite un chiste para connaiseurs (los soldados de terracota) que es una bonita cita hacia Rob Cohen, firmante de la seminal A todo gas.

Consciente de que, en el fondo, Fast & Furious 7 es un saludo a la épica y a la mitología, Wan ofrece una de vikingos al volante… que al final son ellos mismos con un martillo o un pedazo de hierro en la mano golpeándose furiosos mientras a su alrededor el mundo salta en pedazos, en llamas. Cual Hércules, Maciste o Ursus, Vin Diesel, The Rock y Jason Statham se baten en duelos salvajes para llevarnos a un Valhalla de la action movie donde también las valkirias se dan de lo suyo. Un Valhalla, un Cielo, un Edén en el que ahí está ese sentido épico de la amistad, donde una resurrección puede ser más emotiva que la de la Ordet de Dreyer, y donde su parte final, dedicada (cómo no) a Paul Walker hace llorar al más rudo de los espectadores de esta rápida y furiosa saga. Puro mito.

A favor: Su espectacularidad en la acción y en la emoción.

En contra: Hay tanto personaje que alguno se queda un tanto en la cuneta.