Críticas
0,5
Pésima
Babel

Conexiones vacías

por Virginia Montes

El director Alejandro González Iñárritu y su fiel guionista Guillermo Arriaga, debieron decidir que era el momento de hacer algo grande, de llevar su estilo hacia un estadio superior. Así que, ¿por qué no aplicar la teoría de la conectividad no solo a un pequeño grupo de personas, como hacían en Amores perros, sino elevarlo a la enésima potencia, es decir, a un nivel más global? Y de esa gran idea, surgió Babel, una película tan pretenciosa como su propio punto de partida, tan irritante como el mismo director a la hora de demostrar su prepotencia filmando escenas a las que intenta dotar de una falsa trascendencia de forma continua, y que lo único que consigue es ocultar en realidad un aterrador vacío.

Pero lo importante para Iñárritu es contar sus historias más grandes que la vida y demostrar lo buen director que es. Pero lo que debería aprender primero es que para narrar de verdad un buen relato, por pequeño que sea (toda la película está compuesta de microhistorias situadas en distintas partes del mundo), no es necesario subrayar, y que la poesía visual, no se puede intentar emular, o sale o no sale. Y realmente, solo consigue sus propósitos, en el último plano de la película, protagonizado por un excepcional Koji Yakusho que, con solo una mirada en el ascensor, es capaz de decir más de lo que ha intentado contar Iñárritu a lo largo de unos interminables 143 minutos.

A favor: El actor japonés Koji Yasusho, siempre tan grande.

En contra: Lo pretenciosa y lo vacía que es.