Mal día para cazar (nazis)
por Suso AiraUn último gesto, una última gesta, una última aventura… Cualesquier héroe crepuscular que se precie sueña (o delira) con vivir esa postrera hazaña que le devuelva la gloria o, acaso, le haga conocerla por vez primera. El protagonista de la última obra de Álvaro Brechner es de esos segundos que han vivido una existencia gris a la cual esperan dotar de color, y sentido, con una misión epilogar. Caballero andante y de (más o menos) triste figura, este quijotesco don nadie que se lanza junto a un anodino y también fracasado Sancho Panza a la caza de un posible criminal nazi refugiado. Posible porque ese propietario de restaurante de origen alemán igual no es ese Eichmann que el obsesivo personaje encarnado por el notable Héctor Noguera piensa que es.
En el fondo eso da lo mismo. Le da lo mismo a la pareja que lo acecha, vigila y secuestra, y le da lo mismo al director del film (pese al plano final), fascinado por cómo la imaginación se convierte en herramienta de supervivencia y en llave para conseguir una dignidad personal que la aburrida vida diaria nos niega. Así, Brechner compone un relato a dos deliberadamente divertido, con sus inevitables gotas de melancolía (ama a sus personajes y no puede ser cruel con ellos) y con un agradable estilo de película de aventuras más que de thriller político a lo Odessa o Marathon Man (a costa de la cual se hace un chiste memorable). Ajustadamente conradiana (por Joseph Conrad, por si no se pillaba la referencia) y apropiadamente consanguínea a los relatos del escritor Juan Carlos Onetti, Kaplan (sí, va por el George Kaplan ¿inexistente? De Con la muerte en los talones) podría formar un apetitoso programa doble con Un lugar donde quedarse, el incomprendido film de Paolo Sorrentino donde otro Quijote un poquito Robert Smith también se iba a la caza de nazis ocultos.
A favor: lo bien que funciona como comedia yiddish raruna.
En contra: que no mantenga ese tono todo el metraje.