Críticas
3,0
Entretenida
Drácula. La leyenda jamás contada

Dracula: Origins.

por Suso Aira

Una de las escenas más espectaculares de esta sencilla y desacomplejada reconversión del personaje de Bram Stoker y sus orígenes históricos, resume a la perfección lo que la simpática película de Gary Shore pretendía ser y finalmente es. Casi en un plano secuencia, asistimos a una soflama romántica y nacionalista, a una batalla épica al más puro estilo péplum y a la aparición de elementos monstruosos sobrenaturales que derivarán en la cuasi mitificación de un tirano con causa en el príncipe de las tinieblas… O en un superhéroe maldito, cainita. Así, lo que sobre el papel es la narración (inventada; que no os engañen) de cómo Vlad Tepes "Dracul" cinceló a golpe de empalamientos su fama cruel y sanguinaria que le llevaría a ser calificado de demonio y ya más tarde del Drácula stokeriano, se acaba convirtiendo en una tebeización pulp de aquel prólogo Coppola a su versión del mito.

Nada de afrentas y desafíos a Dios como en aquel Drácula de Bram Stoker, y sí más una 'epic movie' seudomedieval donde un héroe oscuro deviene, maldiciones y fruslerías diabólicas aparte, un superhéroe aún más oscuro, pero tocado por ese fatalismo de ángel caído, de la inmortalidad como una losa por el adiós a la mujer amada. En unas pocas palabras: este Vlad Tepes/Drácula encarnado con gracia y sobreesfuerzo (léase afectación y sobreactuación) por Luke Evans es Batman. Y no es raro que esto sea así: la principal inspiración (además de la televisiva Juego de tronos, no solamente por algún actor que aquí repite, sino porque Shore filma como presentándose a las oposiciones para dirigir un episodio de la laureada serie de la HBO) no deja de ser aquel lejano (1973) número dos de Dracula Lives! En el cual Marv Wolfman en el guión y Neal Adams a los lápices dibujaron el Origins de Drácula desde similar mezcla de fantasía heroica medievalizante y clásico relato de horror con monstruo no menos clásico… Todo en poco menos de 90 minutos y con ese regusto de ver (con infinitos medios más, aunque tal vez con menos locura naïve) lo que estuvo durante décadas deseando hacer Jacinto Molina/Paul Naschy: un biopic de Vlad Tepes a lo El mariscal del infierno que derivaría en un Drácula hammeriano.

A favor: No deja de ser un tebeo de superhéroes.

En contra: La sombra de Juego de tronos es alargada.