La edad cartón
por Carlos ReviriegoHasta el propio José Luis Garci tiene dudas sobre qué es exactamente 'Holmes& Watson. Madrid Days'. "La verdad es que cada vez sé menos qué rayos esexactamente una película", escribe en el dossier de prensa del film. Frente a estainclasificable aventura cinéfilo-literaria uno siente la tentación de agrupar alautor de 'Historia de un beso' (2002) entre ese grupo de cineastas españoles que–como Vigalondo, Lacuesta, Rebollo, Cavestany, Berger, etc.– transitancompletamente libres y alejados de las imágenes serializadas del cine español.Pero sus esclavitudes son otras, y además pueden a llegar a ser muy nocivas. Unade ellas, quizá la vertebral, es la paralizante nostalgia que petrifica sus películas–sobre todo las de la última década–, que las convierte en objetos extraños perotambién en reliquias cinematográficas, en artefactos vetustos y anticuados. No essolo que el modo de concebirlas –como si Hollywood aún mantuviera intacto susistema de estudios– sea ya de por sí viejo, sino que es del todo irreproducible.
La cuestión de fondo radica en cómo se articula la nostalgia, que por sí mismano es perjudicial. Terence Davies, Víctor Erice, Wong Kar -wai... todos ellostambién han edificado su corpus cinematográfico a partir de amplias racionesde nostalgia y de cine clásico, pero sus opciones estilísticas y formales no solo sehan puesto al día (incluso en la vanguardia), sino que vienen respaldadas por unextraordinario talento. La operación de importar la figura literaria de SherlockHolmes al Madrid de finales del siglo XIX –una premisa quizá disparatada,pero que encierra grandes promesas– no tiene más interés para Garci que elde fabular con el choque cultural entre la sensibilidad británica del imperiovictoriano y el Madrid de las porras, del cocido de Lhardy, de los libros de lancey del marqués de Simancas. El choque entre la literatura de Conan Doyle y la deGaldós sería otro. En apariencia, el polvoriento museo de espectros contenidoen 'Madrid Days' –cameos de figuras históricas en interacción con personajesficticios, con una ambientación, unos decorados (cortesía de Gil Parrondo) yuna iluminación que nos retrotae a la "edad del cartón"– no se aleja tanto delensueño anacrónico de Woody Allen en 'Midnight in Paris', si bien mientras elneoyorquino adoptaba un agradecido tono infraleve para acabar negando quecualquier tiempo pasado fue mejor, Garci apela a la solemnidad precisamentepara romantizar (incluso mitificar) cualquier tiempo pasado, por más negro queéste fuera.
No hay en verdad muchas variaciones respecto a lo que el oscarizado directorha venido entregando en los últimos años: historias ancladas en el pretéritomadrileño, códigos formales que se quieren del cine clásico, ensueños cinéfilossurcados de literatura, tan arraigada en filmes como 'Tiovivo c. 1950' (2004),'Ninette' (2005) o 'Sangre de mayo' (2010). En verdad, Madrid Days está muchomás interesada en la recreación de un universo fabulado y en los sermonespolítico-culturales –la conclusión de los crímenes es que la corrupción esinextirpable del sistema "porque siempre ha estado ahí" [sic]– que en latrama detectivesca que pone en juego, con un Jack The Ripper (o su sombra)emergiendo cual metáfora de la antesala de los horrores del siglo XX.
Más allá de los tics estilísiticos (¡esa profusión de encadenados!), o incluso delfondo reaccionario que se apodera del film (con parada en Miranda de Ebropara reivindicar el origen cretense de la tauromaquia), lo más frustrante de estapelícula inaudita es que la indeleble figura de Sherlock Holmes (interpretadopor un Gary Piquer vacío de carisma) está sorprenentemente ausente ensus imágenes, como si los guionistas se hubieran quedado en los detallesmás banales del personaje para obviar su espíritu cínico y alterado, su finainteligencia, es decir, todo aquello que lo hace tan fascinante.
A favor: Víctor Clavijo y Macarena Gómez. Una pareja encantadora.
En contra: La discordancia idiomática y fonética: Holmes y Watson debatiendoen español pero pronunciando los vocablos en inglés con acento muy british/ Cameo de Isaac Albéniz sobreinterpretado por su descendiente Alberto RuizGallardón.