Críticas
0,5
Pésima
El sueño de una noche de verano

Destrozar a Shakespeare no es difícil

por Rodolfo Sánchez

Desde que rodara en 1988 Tierra prometida, Michael Hoffman ha logrado, casi de forma sorprendente, el ir construyendo una carrera basada en títulos medianos, capaz de afrontar todo tipo de proyecto sin dejar una impronta personal reconocible salvo su capacidad para que todas sus películas sean más o menos llevaderas. Pero en algunos casos, el desastre ha sido mayor, como en El sueño de una noche de verano, adaptación de la obra de William Shakespeare basada en un diseño de producción deslumbrante, en unas composiciones musicales excelentes, en un elenco actoral ecléctico e incomprensible y en una narración que hace casi incompresible el texto de Shakespeare, complejo pero sencillo en el fondo.

Y así, Hoffman destroza a base de bien una obra divertida y magnífica al no entender que no se trata tanto de parafernalia como de ingenio en la puesta en escena, que los brillantes diálogos son suficiente si quienes los exclaman hacen algo más que posar frente a la cámara esperando que la calidad de la obra de teatro sea suficiente como para dotar de personalidad a la película. Pero el resultado de la misma deja claro que es necesario más inventiva y nervio y menos cursilería. Un desastre.

A favor: Kevin Kline.

En contra: Todo lo demás, infumable.