Pigmalión indie
por Paula Arantzazu RuizDesde la modelada Eliza Doolittle en ‘My Fair Lady' (George Cukor, 1964) amujeres estatua y fantasías siniestras como Christiane de ‘Los ojos sin rostro'(Georges Franju, 1960), o Vera de ‘La piel que habito' (Pedro Almodóvar, 2011),el irresistible mito de Pigmalión y el llamado efecto Pigmalión han sido una yotra vez reinterpretados cinematográficamente del mismo modo que se hanrepresentado de mil y un maneras a lo largo de la historia del arte. La leyenda delrey chipriota y la estatua Galatea que cobra vida es ahora actualizada en ‘RubySparks' por Jonathan Dayton y Valerie Faris -pareja perpetradora de la cinta ‘indie'por excelencia, ‘Pequeña Miss Sunshine' (2006)- con un guión firmado por ZoeKazan, quien también interpreta a la Galatea de turno, para mayor lucimiento de lanieta del mismísimo Elia Kazan.
Como buena cinta proveniente de la industria ‘indie' estadounidense, nada hasido dejado al azar en ‘Ruby Sparks'. Si en el primer filme de Dayton y Farisresultaba imposible no reconocer los mecanismos que lo acusaban de productomanufacturado, ‘Ruby Sparks' es abiertamente un trabajo de laboratorio. Delaboratorio Sundance. Apenas hay fisuras en el texto de Kazan, todo es compacto,tan de tesis que irritaría si la película no afirmara finalmente, paradojas, laimposibilidad de la creación perfecta, si, no negara que esa Galatea soñada yconstruida desde las páginas escritas por el protagonista, el geniecillo precozCalvin Weir-Fields (Paul Dano), es una proyección de las peores emociones,la encarnación de una pesadilla, no de un sueño. No nos engañemos, Kazan noinnova en la tradición del mito - Hitchcock representó esa idea con maestríaen la no menos maestra ‘Vértigo (De entre los muertos')' (1958), pues ¿qué erasino Madeleine si la proyección abierta del perturbado deseo de Scottie?- comotampoco en el terreno de la comedia romántica, pero ‘Ruby Sparks' contienebuenas imágenes, el tempo perfecto y una resolución para todos los públicosque provocará más de una sonrisa entrañable. La película es capaz asimismode trasladar de manera más que convincente la idea del amor y el fantasma, tanFreudiana, por otra parte, y también se permite el lujo de reflexionar sobre losavatares del proceso creativo, evidenciar que el cine continua siendo el artefactoperfecto para demostrar los poderes prestidigitadores del artista, amén de romperuna lanza sobre la importancia del texto escrito.
¿Demasiadas pretensiones? Probablemente, aunque el discurso de Dayton y Farisresta mucho de ser plomizo. ‘Ruby Sparks' es tan ligera como una canción popdel grupo de moda en el próximo South by Southwest, como una historia del L.A.Weekly, como un chasquido de dedos o un tonto pestañeo. Es una película coqueta,en definitiva, que flirtea con la posibilidad de creerse la nueva ‘¡Olvídate de mi!'(Michel Gondry, 2004) y que deviene en última instancia un relato moral. El cuentode hadas perfecto para la generación Instagram.
A favor: El homenaje a ‘Las zapatillas rojas'.
En contra: Que se le note tanto que quiere ser la nueva ‘¡Olvídate de mi!' y la tramade los padres del protagonista, con un Antonio Banderas y una Annette Bening algopasados de vueltas.