Críticas
3,5
Buena
Somos lo que somos

Carne de nuestra carne

por Eulàlia Iglesias

El segundo largometraje que llega a nuestras pantallas comerciales en pocas semanas del tándem formado por el director Jim Mickle y el guionista Nick Damici, Somos lo que somos, es justo el film anterior a la ya estrenada Frío en julio. Y un título posterior a la muy reivindicable Stake Land (2010), ese cruce entre La carretera de Cormac McCarthy y The Walking Dead. Si en ese film de apocalipsis zombie plasmaban su visión desencantada de su país a través de una imagen bruta y ligada al paisaje exterior, en Somos lo que somos optan en cambio por un cuento gótico claustrofóbico de estética pulida y cuidada que traslada al sur de los Estados Unidos la película mexicana Somos lo que hay (2010) de Jorge Michel Grau.

La muerte de la madre de la familia protagonista al principio del film desencadena todo el drama. Por un lado, el médico de este pueblo sureño donde nunca para de llover descubre que la fallecida sufría de una enfermedad atípica que le empuja a investigar más allá. Este detective aficionado sufre además porque su hija desapareció hace tiempo sin dejar rastro. Por otro lado, las dos hermanas ahora huérfanas de madre se enfrentarán a la obligación de retomar un ritual familiar que mantienen oculto al resto de la comunidad.

Somos lo que somos adopta la estructura de film de suspense que va adentrándose poco a poco en el terreno del terror. Mickle sitúa en el centro del relato a las dos hermanas adolescentes de manera que el film deviene también una historia sobre lo perverso de los rituales del paso de la juventud a la madurez. En este cuento oscuro, las dos niñas deben decidirse entre aceptar o enfrentarse a un yo monstruoso que les viene dado por tradición familiar. La propia película también va basculando entre una estética de belleza fría y sobriedad protestante y el tono más grotesco típico del southern gothic.

Porque Mickel y Damici encajan su historia de terror en un entorno propicio al fanatismo religioso. En Somos lo que somos, la familia protagonista podría intercambiarse con cualquier otra típica del sur de Estados Unidos en su visión cerrada y endogámica de las liturgias cristianas y la tradición de sus ascendientes. En su caso, el fanatismo ha creado un monstruo que se perpetua a través de unos rituales familiares terroríficos bajo la vigilancia de un padre de moral estricta y rígida, y la adscripción a un libro de devoción obligada.

Lo mejor: las dos jóvenes actrices, Julia Garner y Ambyr Childers, se sitúan justo en el vértice entre lo bello y lo siniestro.

Lo peor: el retraso evidente con que se estrena.