Marca España
por Paula Arantzazu RuizCuando en 2001 Enrique Gato dio luz a Tadeo Jones apenas debió imaginar el trabajo (y el éxito) que el personaje le brindaría: un cortometraje (2004) que dio la vuelta al mundo; un segundo cortometraje, Tadeo Jones y el sótano maldito; un primer largo de animación (2013), galardonado con tres Premios Goya; y ahora una secuela que expande las aventuras del albañil y arqueólogo hacia nuevos territorios. Y no sólo porque Tadeo Jones 2: El secreto del Rey Midas nos lleva de Las Vegas a Granada y ade ahí a Turquía, sino porque, tras arrasar la primera entrega en la taquilla global, esta nueva entrega aparece con todos los elementos para ir en busca del crowd-pleasing de los principales box-office del mundo.
Junto a David Alonso en las tareas de dirección, Enrique Gato y su equipo de Lightbox han perfeccionado la técnica de animación con respecto al anterior ejercicio y hay un salto cualitativo en la gestualidad de los personajes, de Tadeo a su fiel perro Jeff, pero sobre todo Momia. Quien apareciera en calidad de cameo estelar en la película previa se convierte aquí en un secundario de lujo que roba buena parte de las escenas a los protagonistas y se atreve con disfrazarse de flamenca en una persecución à la Bullit por las callejuelas del albaicín granadino. Todo el set-piece en la ciudad andaluza tiene un ritmo endiablado y, de hecho, es la secuencia cénit del largometraje, porque a partir de ahí la historia va perdiendo fuelle incluso hasta su desenlace; un descenso rítmico que ni la amistad entre Momia y Tadeo y el ánimo de buddy movie del filme consiguen solventar.
A favor: El salto sustancial en la caracterización de los protagonistas.
En contra: El abanico de tópicos españoles que despliega la película en la secuencia granadina.