¡Bryan un fugitivo!
por Suso AiraLos héroes están cansados… Sí, es algo que sabemos desde los tiempos de la mitología griega, tiempos mucho más anteriores a cualquier manifestación cultural de cariz crepuscular. Bryan Mills, este currito de mercenario y expeditivo pasado que sobrevive (y muy bien) en plan freelance con sus colegas de misiones secretas (un grupo que en esta tercera entrega adquiere mayor protagonismo y que parece reclamar un spin off o serie televisiva propia), aparenta estar más cansado que otras veces en V3nganza. Casi le imaginamos apuntándose a un torneo de petanca o reservando un billete para Benidorm, pero ya en su primera aparición advertimos que esa prejubilación va a ser un running gag.
Y es que Mills (no hace falta que subraye que engrandecido por un Liam Neeson que hasta con el piloto automático tiene carisma viril) asoma su aspecto de encallecido Iñaki Urdangarín con un oso gigante de peluche cual John McClane en Jungla de cristal. Lo que viene a continuación, en eso doy la razón a los críticos de este cierre a la trilogía, es una especie de versión jubiletas de El fugitivo. No es un referente gratuito: Mills escapa por una especie de cascada acuática subterránea/alcantarillado y tiene un gambito con sus perseguidores en un hospital; no busca a un manco, pero casi… En esta parte del metraje Mills va a baja velocidad, más interesado en enseñarnos sus trucos de viejo perro boy scout que en repartir estopa. Hasta Forest Whitaker (al que imagino creyendo que está todavía persiguiendo a Eduardo Noriega en El último desafío) va un mucho a su bola pensando que con una goma elástica y una figura de ajedrez ya llena de matices a su personaje. Pero amigos lectores, entonces llega lo bueno, lo que esperamos de Mills: torturas, peleas (en ese supermercado de una gasolinera) y una parte final ya de delirante y adorable tebeo. Por eso perdonamos que Olivier Mégaton demuestre aquí sus carencias (su estilo es de rápido montaje y cámara que no cesa de moverse), porque en ese tramo final se deja de videoclip y regresa a la pura serie B cabrona sin ningún tipo de vergüenza o de prejuicio. La escena con el amiguete Neeson cepillándose mafiosos rusos, cuyo líder anda enloquecido en calzoncillos marcando paquete con un súper rifle a cuestas, ya salva del suspenso a V3nganza. Suponemos que ya, por fin, nuestro héroe, que sí, que está cansado, podrá descansar… si los dioses bronsonianos no deciden lo contrario.
A favor: El enfrentamiento con el capo ruso.
En contra: Le sobra metraje, sobre todo al principio.