Críticas
3,0
Entretenida
La Novia

No os caséis

por Xavi Sánchez Pons

Es una práctica habitual en el cine anglosajón las relecturas/actualizaciones modernas de clásicos de la literatura universal. Ya sea convertir a Shakespeare en una comedia romántica para adolescentes (10 razones para odiarte) o a F. Scott Fitzgerald en un fastuoso espectáculo visual (El gran Gatsby). Estos dos ejemplos representan solo la punta del iceberg de un fenómeno que siempre ha gozado de buena salud más allá de nuestras fronteras pero que aquí, a pesar de la gran tradición literaria que tenemos para saquear, no se ha llevado en práctica las veces que debiera. Por ese motivo La novia, una versión ambiciosa y libre de Bodas de sangre de Federico García Lorca (obra que ya fue llevada al cine con anterioridad por dos directores, Carlos Saura y Souhel Ben Barka), tiene un especial interés dentro de la producción española. Una rara avis que pese a no ser una adaptación del todo redonda, sí que posee la suficiente enjundia para decidamos darle una oportunidad.

Su directora, Paula Ortiz, echa toda la carne en el asador para dar nueva vida al trágico triángulo amoroso imaginado por Lorca: juega con la textura de las imágenes utilizando una fotografía impresionista; apuesta por el uso dramático de los efectos de sonido y de la banda sonora; y se apoya en un diseño de producción cuidado que da un carácter atemporal a la historia (una buena decisión por parte de Ortiz). Pero el conjunto se pasa un poco de frenada. La sobrecarga de elementos, el manierismo en la puesta en escena y un guion que, si bien se toma libertades, es demasiado artificial -una declamación casi en verso que a ratos suena forzada-, hacen que la película nunca llegue al pathos deseado. La cosa se queda en un buen andamiaje visual que no llega a emocionar. Es más, a causa de su condición arty fallida, la película funciona como un placer culpable a la Romeo y Julieta de Baz Luhrmann (algo positivo, ojo). Eso sí, con personajes más creciditos.

Donde de verdad acierta La novia es en la atmosfera fantastique de la historia (las apariciones proféticas de una anciana fantasmagórica, las visiones oníricas de la protagonista), en sus guiños al western fronterizo y telúrico (el flashback que relata uno de los primeros enfrentamientos entre familias, el terreno desértico donde transcurre la acción), y en la soberbia interpretación de una Inma Cuesta arropada por un reparto de actrices secundarias en llamas encabezado por Luisa Gavasa y Ana Fernández.

A favor: el reparto femenino con Inma Cuesta a la cabeza

En contra: la película, a ratos, se toma demasiado en serio a si misma