Críticas
3,0
Entretenida
El culo del mundo

Buenafuente y la comedia

por Quim Casas

Este documental realizado por Andreu Buenafuente puede parecer un ejercicio narcisista, una especie de autobombo, pero tiene más grietas e interesantes recovecos de los esperados. De hecho, es una película-terapia, un ejercicio de honestidad y de necesidad: tras la cancelación del programa “Buenas noches y Buenafuente” y la puesta a punto del espacio que tiene actualmente en liza, “En el aire”, el presentador, humorista, actor y ahora realizador entró en una evidente fase depresiva –así lo atestiguan las primeras imágenes del film– porque, como dice en más de una ocasión, necesita el contacto constante con el público y con las cámaras para transmitir su visión cómica del mundo. Así que la propuesta surgió de la necesidad de no parar, de no arrojar la toalla, tanto como de la reflexión sobre los mecanismos de la comedia (teatral, televisiva, impresa o cinematográfica) y de la urgencia de hacer una suerte de balance personal.

La película habla de cómo hacer reír y del papel de nuevos payasos que han asumido los monologuistas, cómicos televisivos, presentadores de shows nocturnos y de programas de comentario político (el repertorio es amplio y todos aparecen en el film: El Gran Wyoming, Jordi Évole, José Corbacho, Santiago Segura, Berto Romero, Leo Bassi, David Fernández). Pero habla también, y mucho, del propio Buenafuente. Realmente es un caso extremo: el director de una película entrevista a amigos, conocidos y colaboradores (los anteriormente citados más los habituales en sus programas o su compañera Silvia Abril) para que le cuenten como es él.

El hipotético narcisismo que encierra este enunciado se disuelve rápidamente porque El culo del mundo –que toma su título del alejado paraje argentino que Buenafuente visita para encontrarse con un impertérrito seguidor de sus emisiones televisivas a altas horas de la noche– integra al propio personaje, en una fase jodida de su carrera artística, en esa magna reflexión sobre el arte de hacer reír. Y aunque es un film divertido, es también una cinta trágica, como el clown blanco y el payaso augusto del los antiguos espectáculos circenses.

A favor: la manera en la que Buenafuente desnuda sus temores ante la cámara.

En contra: que se pueda interpretar como un ejercicio narcisista y de auto-promoción.