Críticas
3,0
Entretenida
Regresión

Fanatismo y realismo

por Quim Casas

La última película de Amenábar es un sólido thriller con elementos de carácter sobrenatural y satánico que termina desmitificando, precisamente, toda la parafernalia sobre las sectas satánicas que el cine se ha dedicado a desparramar a diestro y siniestro en las dos últimas décadas. Plantea un punto de duda en cuanto a la cuestión autoral que sigue flotando, de manera ambigua, en torno a la obra de Amenábar. ¿Es un director con mundo personal o un aplicado artesano? ¿Sus proyectos son más de director o de productor? ¿Tiene conciencia de autor en el sentido ortodoxo de la palabra o es, como Winterbottom, Ozon y algunos otros directores contemporáneos, alguien que sabe plegarse a intereses y estilos bien distintos sin que por ello deba considerársele un director impersonal, siempre desde la tesitura de la autoría?

Regresión estaría más cerca de Tesis, Abres los ojos y Los otros sin parecerse a ninguna de ellas. En oposición, está lejos de Mar abierto (por tema y, sobre todo, por puesta en escena: aquí brilla la concisión, allí el efectismo dramático) y de Ágora. Esta última, ciertamente, era una película muy “personal”, un proyecto querido por su director que no llegó a funcionar como esperaba. Si estuviéramos hablando del cine de Hollywood de los años cincuenta y primeros sesenta, diríamos que, con Regresión, Amenábar regresa a un territorio conocido, y confortable, después del esfuerzo no recompensado que supuso Ágora. ¿Una película artesanal después de un filme personal? Al menos, en este caso, la teórica artesanía resulta mejor que la supuesta autoría.

La acción se desarrolla a principios de los noventa en una localidad de Minnesota, estado del Medio Oeste cuyo nombre puede evocar un mundo oscuro aunque no tan corrompido si la situáramos en Louisiana o Texas. Los estados y ciudades estadounidenses tienen, al menos en cine, esta particularidad. Si dices Nueva York, Los Ángeles, San Francisco, delta del Misisipi o Chicago, y además contextualizar rápido la época (Nueva York, 1972, o Chicago años 30, o el Chinatown de San Fracisco en los 40, por ejemplo), la imaginación vuelta y el espectador se sitúa con premura. Minnesota, 1990, sectas misteriosas, policías incapaces de resolver los conflictos, estigmas alucinatorios, un padre que maltrata a su hija, crímenes olvidados por quienes los cometieron, el aire de una malsana conspiración, decorados inquietantes, lúgubres y fétidos….

Pero Amenábar no recarga las tintas en absoluto. Estamos lejos de una nueva revisión de Seven y otras películas no tan lejanas sobre psicópatas fanáticos que asesinan según las pautas que les marcan los siete pecados capitales, los signos del zodiaco o el calendario lunar. Lo bueno de Regresión, además de su tonalidad siempre contenida, sin sobresaltos gratuitos ni recovecos argumentales que no vienen a cuento, es que se impregna de un tamizado realismo para afrontar una historia no especialmente original con una cualidad distinta, medida, casi normal.

A favor: el tono siempre contenido, la interpretación de Ethan Hawke.

En contra: quizás un exceso de frialdad que va en contra de las expectativas que pueda generar un thriller de estas características.