Críticas
4,0
Muy buena
Somnia. Dentro de tus sueños

El cine, el sueño, la imagen

por Carlos Losilla

Una pareja ha perdido a su hijo, víctima de un accidente doméstico en la bañera. No pueden tener más niños, así que recurren a la adopción y van a dar con un preadolescente que ya ha pasado por distintas familias sin ningún éxito, más bien al contrario. El chaval, sin embargo, no se integrará como imaginaban… Con este argumento, Somnia podría ser la típica película de terror en la gran tradición de La profecía, es decir, la peripecia de un niño diabólico que arrasa con todo lo que encuentra a su paso. Pero no se trata, en esta película de Mike Flanagan, de nada de eso, ni mucho menos. Por el contrario, en los noventa minutos y poco más que dura el relato vamos a asistir a un doloroso itinerario por la pérdida y el duelo, a la odisea familiar de unos cuantos personajes heridos por el azar y el destino, al trayecto vital de una mujer empeñada en descubrir todo aquello que se oculta tras nuestras percepciones y nuestros sueños, tras las fantasías que construimos a partir de todo aquello que vemos y vivimos. Somnia cultiva un horror heredero de Jacques Tourneur y Dario Argento, un estilo que acude a aquello que no se puede mostrar y a la vez reflexiona sobre la visión del espectador a través de ese calvario. Con las armas de la serie B, se enfrenta al significado de la imagen, sus beneficios y sus peligros.

Pues el niño en cuestión es capaz de convertir sus sueños en acontecimientos reales. Cuando la pareja está en el salón, viendo la tele mientras él duerme, es testigo de todo tipo de visiones: las mariposas que colecciona el recién llegado y que contempla en sus libros, pero también la figura de su hijo muerto, que el chico ha atisbado en una fotografía familiar. Y, en última instancia, un ser monstruoso, producto de su inconsciente y de su pasado. Rememorar, ver, mirar, puede ser terapéutico, pero también la antesala del infierno, un lugar siniestro en el que coinciden nuestras esperanzas y nuestros miedos más intrincados. Y el cine mismo es eso, un espacio en el que nos solazamos y sufrimos, un reflejo balsámico de nuestras vidas, pero también el espejo del abismo en el que nos movemos, sin saberlo, constantemente. Mike Flanagan –uno de los cineastas más inspirados del cine fantástico contemporáneo, que utiliza la horror movie aparentemente convencional como motor de un complejo universo narrativo— ya ha explorado estos temas en títulos tan argentianos como Absentia, Oculus o Hush, por lo que no es casualidad que Somnia los lleve al extremo, para bien y para mal: este es un film elegante y alusivo, pero en ocasiones igualmente tosco y primitivo. La buena noticia, sea como fuere, es que todo ello confluye en un relato inquietante, que va más allá de su anécdota para llegar a extremos de misteriosa sofisticación: el viaje de la madre (impresionanet Kate Bosworth) por una mansión abstracta, llena de habitaciones en penumbra y retablos tenebrosos, podría figurar en cualquiera de las últimas películas de David Lynch.

La parte culminante de Somnia quizá sea demasiado discursiva y sentimental, al tiempo que explica la película de un modo excesivamente unívoco. Pero al final triunfa la ficción como poder curativo frente a una realidad inexplicable sin su concurso, insondable en sus múltiples meandros. Por momentos, este drama doméstico que deriva en fantasía alucinada parece hablar de las maneras en que se pueden superar el dolor y la muerte. En otras ocasiones, los sustos son tan previsibles que podríamos estar en cualquier película de terror americana para consumo adolescente. Y, en fin, el resultado es contradictorio, imperfecto y desigual. No importa, empero, porque las sugerencias que transmite son tantas y tan complejas que bastan para construir un artefacto extraño, fuera de norma, al tiempo un elegante ejercicio de género y una gran interrogación sobre las maneras en que nos enfrentamos a este tipo de productos.

A favor: Es una película de terror y más, mucho más, en la gran tradición popular del género.

En contra: En ocasiones, no puede escapar a su condición industrial sin disponer de los medios para hacerla efectiva.