La muñeca diabólica
por Xavi Sánchez PonsEstaba cantado. Tras el éxito de la excelente Expediente Warren: The Conjuring, el personaje protagonista de su prólogo, la muñeca Annabelle, merecía un spin-off que ahondara en sus orígenes diabólicos. Y el resultado es el tercer filme de John R. Leonetti, reputado director de fotografía en Hollywood (habitual de James Wan), una película que apuesta por el terror clásico yanqui de los setenta, el de títulos televisivos, algunos con guión de Richard Matheson, como las fantásticas Trilogy Of Terror y la versión original de Don’t Be Afraid Of The Dark.
Ambientada a finales de los años sesenta, justo cuando el sueño hippie acababa debido a los terribles asesinatos cometidos por los acólitos de Charles Manson, Annabelle juega sus cartas inteligentemente al referir parte de su historia a esos crímenes reales. Ese punto de partida es el primer acierto de un filme que mantiene la contención y la elegancia a lo largo de su hora y media de duración. Algo raro de ver en una película de terror mainstream hecha en Hollywood. Leonetti huye del susto fácil y apuesta por crear atmósferas terroríficas gracias a una cuidada puesta en escena donde predominan las set pieces bien elaboradas, con travellings sinuosos y ángulos de cámara imaginativos que da forma a la inquietud y le dan al conjunto un aire enrarecido. Sirva como ejemplo esos aterradores y efectivos primeros planos de la muñeca, suficientes para dar escalofríos al espectador entregado.
Ahora bien, la única pega que se le puede objetar a este modélico spin-off es su desafortunado final. Un desenlace que refleja desgana y descuido, no por previsible, sino por poco elegante y trabajado. Diez minutos desafortunados que, eso sí, no logran eclipsar los aciertos de una película de terror sólida y hecha como las de antes. Si Annabelle se acaba convirtiendo en una saga, ojalá transite el camino de su primera entrega.
A favor: su apuesta por el terror americano clásico de los setenta
En contra: su desafortunada conclusión