Críticas
3,0
Entretenida
Messi

Retrato del futbolista ausente

por Gerard Casau

La antítesis que existe entre el Real Madrid y el Fútbol Club Barcelona parece extenderse a las películas consagradas a sus jugadores. En Zidane, un portrait du 21e siècle, Douglas Gordon quería mostrar a Zinedine Zidane en acción y desde todos los ángulos posibles, y para tal fin lo registraba a lo largo de todo un partido, jugado con la camiseta del galáctico conjunto blanco. En cambio, Messi apenas filma directamente al ídolo argentino, ya que Álex de la Iglesia prefiere remitirse a las imágenes de archivo de retransmisiones televisivas y a los elogios lanzados por una abultada plantilla de testimonios (compañeros de escuela, jugadores, técnicos, periodistas...).

Lionel Messi se convierte en un invitado ausente de su propia fiesta-película, corroborando implícitamente su carácter discreto, su escasa propensión a hacer una historia de sí mismo. De este modo, su personalidad acaba construyéndose desde el exterior, definida por las palabras de quienes le rodean y observan, comensales de un restaurante fabuloso donde cada mesa representa un núcleo distinto en la vida del futbolista (el único infiel a este dispositivo es Diego Armando Maradona, cuya abotargada efigie hace una súbita y cuasi divina aparición en pantalla para mandar un afectuoso saludo a su compatriota y heredero).

La no comparecencia del '10' del Barça echa a perder la inmejorable ocasión de ofrecer un retrato estrictamente cinematográfico del futbolista, poniendo en escena su juego, pero Messi mitiga los rigores del reportaje mercenario con algunas ideas apreciables, debidas a la voluntad de Álex de la Iglesia por encontrar su sitio en un contexto futbolístico que parece resultarle ajeno. Ante el frenesí de gestas y récords batidos por Messi, el director consigue acercar el deporte a su mirada a base de remontar jugadas, dotándolas de narrativa y dramatismo. Fijándose, por ejemplo, en un duelo de miradas entre Pep Guardiola y José Mourinho, o abriendo el campo para mostrar la inmensa soledad del jugador segundos antes de lanzar un penalti.

Pero el detalle que más se acerca a los gustos fantásticos y comiqueros de de la Iglesia se encuentra agazapado en la mediocridad de unas secuencias de ficción que tienen la misión de reconstruir la infancia de Messi. Entre este puñado de imágenes paupérrimas brota un dato al que el director regresa una y otra vez con cierto deleite: la dificultad para crecer que presentaba el organismo del jugador, y la subsiguiente necesidad de administrarle hormonas. Pese a no romper en ningún momento las fronteras de lo políticamente correcto, Messi parece convertirse a ojos de Álex de la Iglesia en un cuerpo extraño, dependiente de unas inyecciones que deben completar su desarrollo, como la mutación previa que debe experimentar todo superhéroe antes de descubrir su auténtico poder.

A favor: la forma en que Álex de la Iglesia revisa y monta el material de retransmisiones televisivas

En contra: El filme no logra inmortalizar el juego de Messi para el cine.