Imágenes mentales
por Israel ParedesIngrid ha perdido la vista debido a una enfermedad genética. Recluida en su apartamento, se aferra a unos espacios familiares que conoce y por los que se puede mover con facilidad, supliendo así su carencia de visión. En el fondo, se esconde del mundo, no quiere salir a la calle. Pero Ingrid, además, crea mentalmente aquello que no puede ver mediante la narración de una ficción que va creando y en la que ella proyecta sus miedos, sus deseos, sus fantasías.
Eskil Vogt ha debutado en Blind con una película irregular pero muy sugerente y llena de muy buenas ideas además de un solapado sentido del humor que se concreta con un magnífico final que da sentido a muchos elementos de la película. A partir del personaje de Ingrid, quizá excusa narrativa antes que personaje desarrollado, Vogt crea una obra sobre la imagen y la creación convirtiendo la mente de Ingrid en una suerte de proyector que va creando una narración paralela a su vida hasta que la realidad objetiva y subjetiva de la ficción acaba confundiéndose en un todo en el que los límites de la representación se rompen. Blind no es tanto el relato de una mujer ciega, traumatizada por sus miedos, como una obra sobre la creación como vehículo de escape, como una experiencia catártica y de descubrimiento personal.
Mediante un juego visual y sonoro –tanto a través de la música como de los ruidos y los silencios- Vogt crea una película en la que apela tanto al poder de la narración –a la esencia creativa de dar forma a una historia, de ir construyéndola con variaciones de escenarios y de situaciones- como de un sentido sensorial y atmosférico que complementa lo anterior. En este sentido el cineasta noruego apela a unas imágenes en las que la fisicidad de los cuerpos es tan relevante como la volatilidad de su entorno, el cual va cambiando, transformándose, tanto en los relatos de Ingrid como en su vida, hasta que en su descomposición acaba logrando que ambos estadios confluyan en una única forma, la película que Vogt ha realizado.
Tan compleja en su apariencia como sencilla en su resolución, Blind plantea una historia sobre la posibilidad de crear aquello que no se ve; la creación como sustituta que reemplaza la realidad no vivida. Blind guarda momentos magníficos como esas secuencias cuyo escenario cambia a gusto de Ingrid, como si estuviera corrigiendo sobre la marcha, pensando en la mejor ubicación posible para cada escena. Lejos de ser una opción caprichosa por parte del director, estamos ante un ensayo narrativo que denota fascinación por parte de Vogt por la escritura; y por el cine y en su poder evocador.
Por otro lado, Blind posee no sólo fuerza visual y sensorial, también tiene un componente sexual que va más allá del contenido de las imágenes, algunas explícitas, videos y fotografías porno de Internet. Ingrid, en su necesidad de afecto, tanto emocional como físico, crea situaciones en las que proyecta sus anhelos sexuales, dando rienda suelta incluso a sus perversiones más ocultas. Y Vogt utiliza el cine como vehículo perfecto para materializar esas ideas, convirtiendo, como decíamos, la mente de Ingrid en una suerte de proyector cinematográfico.
Lo mejor: El trabajo formal de Vogt y su juego con la creación mental y la imagen.
Lo peor: Que en ocasiones se pierde en dicho juego.