Críticas
4,0
Muy buena
El hombre perfecto

El hombre que mentía demasiado

por Marcos Gandía

La conexión entre el opus, excepcional y cada vez que se revisa más y más apasionante, de Alfred Hitchcock y la de muchos cineastas franceses ha sido siempre muy evidente y fructífera. Es como si ese mundo de mentiras, de asesinos que parecen amables, de maremotos que se esconden en aguas aparentemente en calma, de perversiones… hermanara las sensibilidades (criminales) entre Inglaterra y Francia. Patricia Highsmith sería otro ejemplo evidente. Adaptada y venerada por la cinematografía francesa (A pleno sol, de René Clément) y por el mismo Hitchcock en Extraños en un tren, la madre literaria del mentiroso y camaleónico Ripley sería otro nexo de esa extraña comunión entre países y creadores de ficciones perturbadoras.

El talentoso señor Ripley, a quien la literatura evitó un castigo humano (ser detenido por la policía) pero que en la película de Clément vio sus crímenes emerger a la superficie para ser juzgado por esa doble moral que nos hace admirar a un asesino pero a quien tenemos que encerrar, es una de las inspiraciones de este modélico y atmosférico ejercicio de estilo hitchcockniano titulado El hombre perfectoNo estamos ante un sociópata como el protagonista de A pleno sol pero sí ante un arribista, un mentiroso que verá como esa mentira, ese pequeño paso en el delito, en la usurpación de obra e identidad, le irá llevando poco a poco a un in crescendo del que parece no existir escapatoria.

El hombre perfecto explora en esos encantadores de serpientes, en esos atractivos ángeles caídos hacia los que uno no puede sino sentir una profunda simpatía. Igual que deseas que Ripley se libre de la cárcel o que sufres porque el estrangulador de mujeres de la Frenesí de Alfred Hitchcock recupere la delatora aguja de su corbata asesina, en este apasionante thriller francés deseas que el farsante se salga con la suya. Geométrica en su cerebral concepción cinematográfica, El hombre perfecto se diría pensada por Saul Bass para los créditos de, por ejemplo, VértigoUna estructura que nos lleva hacia un desenlace nada convencional tras habernos hecho perder en un laberinto angustioso. Un final en el que todos los espectadores nos vemos reflejados, igual que cuando el Norman Bates de Psicosis nos miraba fijamente como si la cámara fuera en realidad un espejo.

A favor: su sabiduría en sacar lo mejor de Hitchcock y de Patricia Highsmith. 

En contra: alguna innecesaria concesión sentimental.