Los lunes al ring
por Suso AiraNaturalmente que el género negro, tanto en literatura como en cine, refleja (y en la mayoría de las ocasiones es efecto de) la situación social, política y económica del país en donde suceden sus historias. Novela negra y cine negro como apéndice dramático y metáfora de unas sociedades en crisis de valores. Que hoy, aquí y ahora, en España, estamos en un momento de crisis (y crítico) es innegable, y el cine cada vez lo está tratando más, incluso desde géneros transversales al meramente dramático realista o neorrealista. Por ejemplo, Santiago Segura en su quinta entrega de Torrente habla más y mejor (utilizando la comedia y el género de acción) del estado de las cosas que el último trabajo de Jaime Rosales y sus profetas.
David Marqués, cuyo paso por la comedia no llegó a convencerme nunca (inciso: ese paradigma de las comedias que no hacen nada de gracia, algo muy habitual por estos lares), parece apostar en estos Dioses y perros por ese relato noir de raíces clásicas con perdedores, ambiente pugilístico, relaciones desesperadas, hermanos/amigos, malas decisiones y esa mítica alrededor del fracaso… Digo que parece porque, a pesar de que en este registro el director no provoca tanta vergüenza ajena como en sus trabajos presuntamente cómicos previos, y que incluso sabe resolver la trama romántica muy a lo El bosque petrificado y lo del tema del boxeo calca sin molestar al Cuerpo y alma de Robert Rossen, la cosa no funciona. No funciona porque, en el fondo, la película cae en algo que es, para mi subjetivo y seguramente odiable entender, peor que los tópicos: en remedar a Fernando León de Aranoa, ese indigesto autor. Todo se parece a Los lunes al sol, Barrio o Amador en falsa clave y excusa de film negro a ritmo imposible y con tics imposibles.
A favor: Megan Montaner y lo que queda del género negro.
En contra: Esos errores que llevan a un final bastante pésimo.