Críticas
3,5
Buena
Steve McQueen: The Man & Le Mans

Carrera con el Diablo

por Marcos Gandía

Vive actualmente el documental cinematográfico una envidiable salud, en especial cuando el objeto de su estudio y análisis es el de alguien relacionado con el cine o con el mundo del espectáculo. Amy Winehouse, Alfred Hitchcock y François Truffaut… muestras de cómo ese género que en teoría es solamente un vehículo para hacer historia, para documentar con objetividad (esto ya es bastante discutible) unos hechos, podía ser tan apasionante y creativo como cualquier tipo de ficción.

En el caso concreto de este magnífico trabajo realizado al alimón por John McKenna y Gabriel Clarke el interés es innegable, lo mismo que su planteamiento: la icónica pero muy controvertida figura pública y privada del actor Steve McQueen justo en el que fue uno de sus puntos de inflexión y vía crucis personales y profesionales. El proceso de gestión, rodaje, posproducción y estreno de la en su momento fracasada y hoy con vitola de culto (ahí está la imprescindible edición en bluray) Las veinticuatro horas de Le Mans se convierte en el mejor medio para conocer a McQueen en todas sus contradicciones y facetas oscuras. Una manera de exorcizar a alguien inseguro, violento, imprevisible, huraño, seductor, de tendencias suicidas… Una manera ideal: nada mejor que las carreras de coches, su gran pasión (vivir rápido, dejar un bonito cadáver, ya saben, para acercarnos a su figura.

Arruinado por este proyecto personal, el cual nace desde la envidia y la competitividad eternas con Paul Newman, otro enamorado del pilotaje automovilístico de competición que había estrenado en 1969 500 millas (James Goldstone), el Steve McQueen que vemos y conocemos a través de esas memorias de un rodaje infernal (mejor que a través de lo que de él cuenta su hijo Chad o sus amigos) es alguien que sigue siendo esquivo con su mirada, pero que en esta obsesión narcisista y autodestructiva por hacer la película sobre las carreras de coches definitiva desnuda su alma… y la deja arder sin trajes ignífugos posibles. No por casualidad rodaría tres años después de este film de Lee H. Katzin (a quien deberían dedicar más metraje en el documental) El coloso en llamas junto a Paul Newman, en un duelo de egos más al rojo vivo que el edificio que se quemaba. Para los apasionados de los making of políticamente incorrectos, Steve Mcqueen: the man & Le Mans es un festín.

A favor: la egomanía destroyer de la estrella.

En contra: acaba dejándose seducir por la bestia.