Críticas
3,5
Buena
El Incendio

Se les rompió el amor

por Gerard Casau

Si Jean-Luc Godard decía que lo único que se necesita para hacer una película es una mujer y una pistola, con El incendio el argentino Juan Schnitman parece querer actualizar la fórmula: su film solo requiere de una ruptura sentimental... y de una pistola. Aunque el arma no llegue a ser disparada en ningún momento, su presencia es motivo de discusiones y de tensión, y, de algún modo, concentra toda la violencia latente en el relato, que los protagonistas no dejan de rebotarse el uno a la otra.

Películas sobre crisis de pareja hemos visto muchas, pero en los últimos tiempos ha habido pocas que hicieran foco en este tema con tanto ahínco como la ópera prima en solitario de Schnitman (antes había participado en el largo colectivo Love (Part One) y había codirigido Grande para la ciudad con Andrés P. Estrada), que hace de la ruptura no ya su leitmotiv, sino su único motor. El director concentra el tiempo de la historia en veinticuatro horas, que dan inicio en el momento en que Lucía y Marcelo (Pilar Gamboa y Juan Barberini, formidables ambos en su manera de trasladar la angustia y la fatiga de sus personajes a un plano eminentemente físico) se despiertan para ir al banco a buscar el dinero con que comprarán el piso que certificará su compromiso como pareja adulta. Un imprevisto fuerza a aplazar la gestión de la signatura del contrato de la vivienda hasta el día siguiente, y el vacío creado por ese cambio de planes da lugar a un limbo en el que replantear la relación y aquello que une y separa a los protagonistas.

Schnitman sigue equitativamente a los dos personajes, con una cámara atosigante pero nunca impúdica. Muestra cómo Lucía empieza a descomponerse y escupir sus miedos y frustraciones frente a un médico, y también la presión que recae sobre Marcelo en el instituto donde trabaja, habiendo sido acusado de agredir a un adolescente conflictivo. Este segmento lleva a la amenaza de agresión más tangible de todo el film, que el director resuelve con un conseguido y natural cambio de tono, reuniendo a Marcelo con su hermano en el único momento de distensión de toda la obra. Cuando la pareja vuelva a reunirse en su apartamento, entre cajas de mudanza y con los fajos de dinero que representan su futuro sobre la mesa, empezarán los careos definitivos, y la entrada en esa zona incierta que impide saber a los protagonistas (y al espectador) si todavía están juntos o no. 

Consciente de que la originalidad no se cuenta entre los potenciales atractivos de El incendio, sus autores (la película es tanto de Schnitman como de los actores protagonistas, y de la guionista Agustina Liendo) logran hacerla fuerte gracias a la entrega y ausencia de filtros con que se arrojan a acompañar a los personajes en esas horas irrespirables en las que el amor se consume hasta sus cenizas.

A favor: La frontalidad con que aborda las crisis de pareja.

En contra: el desenlace peca de sustituir la acción directa por una cierta carga simbólica.