Críticas
4,0
Muy buena
Cherry Pie

Una “road-movie” de desaparición

por Israel Paredes

El debutante Lorenz Merz ha creado en Cherry Pie una road-movie que sigue a la perfección los elementos de dicho subgénero. A este respecto, el viaje de Zoé, una brillante Lolita Chammah, comienza (y termina, evidentemente) como un itinerario físico que acaba derivando en uno interno  de transformación; sin embargo, Merz parte de esa estructura para ir elaborando una película muy personal en el que la imagen (y el sonido y la música), y la narración a través de ella, acaba imponiéndose por encima de la palabra, relegada a un muy segundo plano, relevante cuando aparece pero totalmente circunstancial frente al trabajo visual del cineasta suizo.

Al comienzo de Cherry Pie, Zoé abandona lo que intuimos es algo parecido a un hogar entre gritos. A lo largo de la película se irá intuyendo lo que ha podido suceder (discusión con su pareja que no deja de llamar y enviar mensajes; quizá violencia física; un embarazo…), pero a Merz parece interesarle tan solo como cuestión vehicular de la acción, como punto de arranque, y nunca como elemento primordial sobre el que gira la narración. Esto no quiere decir que no importe la historia, pero la reducción a su esquema más básico, ocasiona que Merz pueda construir una película en la que el desarrollo de la acción viene orquestado a través de unas imágenes sugerentes, llenas de significado, que acaban creando una obra que roza la abstracción conduciendo a Zoé hacia un final tan lírico como ambiguo.

El cineasta tiene la habilidad para transmitir la fisicidad y la corporeidad del trayecto, también de sus paradas, a la par que ir creando alrededor de Zoé una atmósfera de irrealidad que ayuda, gracias a la excelente fotografía, a ir transmitiendo la sensación de que el personaje se diluye, tanto en los primeros planos como en los más generales. Así, Zoé, parece enfrentarse a una realidad en la que la casi total ausencia de seres humanos deshumaniza su entorno, aunque cuando se rodea de ellos no es mucho mejor. Merz muestra a un personaje solo en un entorno tan desolado como desolador. Un cuerpo fantasmal en un paisaje que parece diluirse a su alrededor; o bien, puede que sea ella quien se diluya hasta su final desaparición.

Merz ha logrado una estimulante y por momentos excelente ópera prima en la que encontramos a un cineasta que da valor a la imagen como elemento último de la narración, combinando planos diversos en busca de una sintaxis visual rica, con un juego inteligente con el sonido y la música y una actriz magnífica cuya transformación y mutación interna sabe perfectamente transmitir a partir de un trabajo gestual y corporal medido y muy expresivo.

Lo mejor: Lolita Chammah y el trabajo visual de Merz.

Lo peor: Que su aspecto “pequeño”, casi de experimento visual, pueda ocasionar que sea despachada rápidamente.