Buscando una forma
por Israel ParedesEn Llega de noche, segundo largometraje de Trey Edward Shults tras Krisha (2015), el director norteamericano parece continuar por un camino casi experimental en relación con la imagen, sin llegar a los niveles de su ópera prima, interesante thriller psicológico que presentaba un amalgama de referencias en su interior que acababa convirtiendo a Krisha en una suerte de inventario del cine independiente de los últimos años a partir de sus diferentes propuestas. No exenta de interés por muchos elementos, era una película de búsqueda, algo excesiva pero que conseguía formalmente transmitir la psicología del personaje y su inestabilidad. Con su segunda película, Shults parece alejarse en el plano formal de ella con un trabajo más medido, menos frenético y abrupto, como si con Llega de noche siguiese explorando el lenguaje cinematográfico, en esta ocasión mediante una puesta en escena muy diferente. Podría decirse que Llega de noche posee ese carácter exploratorio que mostró Shults en su primera película, si bien, quizá, la relación con el fondo, con aquello que narra, no termina de tener una cohesión total.
Y esto se debe, paradójicamente, a que a pesar de ese trabajo formal, cuidado y con muy buenos momentos, acaba quedando por debajo del planteamiento discurso de la película, el cual acaba imponiéndose e importando más que la propia narración. Algo que contrasta con el aparente interés de Shults de ir creando una historia basada en la atmósfera y en la construcción visual, es decir, en crear el discurso a partir de las imágenes antes que por una clara exposición de este. Sin embargo, al final, Llega de noche se traiciona en su planteamiento cuando, pasada media película, el dispositivo visual creado por Shults denota estancamiento y gira sobre unas premisas visuales que presentan variación alguna, creando un ritmo monótono y sin interés que, tan solo en determinados momentos, parece romperse, pero que son, en cualquier caso, insuficientes.
Las imágenes de Llega de noche surgen bajo un planteamiento minimalista, de trabajo atmosférico y espacial en el que los personajes se mueven en un contexto postapolíptico que nunca se llega a explicar y que sirve a Shults para enfrentar a dos familias, finalmente, por la supervivencia mientras algo parece manifestarse en la casa y en su entorno. La extrañeza y lo fantástico sucede en un fuera de campo que en un primer momento produce inquietud para, después, ir desplazándose debido a esa imposición discursiva en la película.
Llega de noche, en definitiva, es una película con buenas ideas y con buenos momentos que si bien no puede alejarse de una cierta concepción visual apegada a un cine de género realizado a partir de parámetros, a priori, pertenecientes al cine independiente, y que parece estar creando una suerte de canon visual para ello, consigue tener la suficiente personalidad durante algunos tramos como para conseguir una buena película pero, a la larga, una medianía que a través tanto del silencio como del ruido atmosférico, logran ir creando una sensación de rareza que, por su falta de variación, acaba anulando sus propósitos. Porque la inquietud inicial deviene en unas imágenes que vuelven convencional a una película cuyas virtudes acaban, curiosamente, convirtiéndose al final en sus defectos. Pero si consideramos que Shults ha tratado en Llega de noche indagar en el lenguaje, experimentar con él, a partir de unos modelos previos, sin ser el resultado convincente, ha conseguido sus propósitos, transmitiendo la sensación, como sucedía en Krisha, que tras Shults puede haber un director interesante.
Lo mejor: A pesar de lo repetitivo, el trabajo formal y la creación de una buena atmósfera.
Lo peor: El discurso acaba imponiéndose a todo elemento y lastra las virtudes de la película.