Un gato pasó por Barcelona
por Violeta KovacsicsEn el asiento trasero de un coche, Àgata aguarda, dormita. Mientras, al fondo, a través de la ventana del automóvil, vemos a sus tres amigas “del cole”, como ella misma las llama. El plano, fijo, define perfectamente el discurso de la película: Las amigas de Àgata gira en torno al paso de la juventud a la edad adulta, a la toma de conciencia de que la vida junto a las compañeras del instituto debe ceder el paso a nuevas amistades y a otras experiencias. Así, Àgata aparece convenientemente separada del resto del grupo. Este plano sirve, además, para evidenciar la capacidad de la película de narrar a través del encuadre, de la composición, y de erigirse en ejercicio intachable de puesta en escena.
Dirigida por Laia Alabart, Alba Cros, Laura Rius y Marta Verheyen, Las amigas de Àgata nace como el trabajo final de carrera del grado de Comunicación Audiovisual de la Universidad Pompeu Fabra. Aunque resulte tentador hablar precisamente del proceso (largometraje universitario, dirección colaborativa entre cuatro cineastas...) y volver a pensar en la tan manida etiqueta del “cine low cost”, lo que importa en Las amigas de Àgata tiene mucho más que ver con la forma. Lo interesante, aquí, es pensar en los contraplanos que ofrecen de la ciudad, en las elipsis que plantean para construir este relato de crecimiento, en la cercanía a la que las directoras se sitúan respecto a sus personajes, porque el plano se cierra constantemente sobre las cuatro amigas protagonistas, busca una espontaneidad que, inevitablemente, encuentra la complicidad del espectador.
Las amigas de Àgata logra que, al final, tanto el personaje principal, callado durante buena parte del metraje, como la esencia del filme se eleven ante nosotros, como si se tratase de una aparición. “Eres una egoísta, hemos venido aquí a pasarlo bien”, le espeta una de las amigas a Àgata, que se niega a salir de fiesta porque no le apetece. La frase se escucha en una de las últimas escenas de la película, cuando todo aquello que las cuatro cineastas han estado exponiendo de manera sutil, con la naturalidad propia de la vida misma y esencialmente en imágenes eclosiona en una disputa. En este momento, se verbaliza uno de los temas centrales de la película, que no sólo ahonda en el tránsito de la juventud a la madurez, sino que se atreve a reflexionar sobre algo tan propio, tan esencial de la etapa de crecimiento como es la conciliación entre los deseos propios y las necesidades ajenas.
Lo mejor: La capacidad de expresar con imágenes sensaciones y momentos abstractos pero universales.
Lo peor: Que no todos los personajes que rodean a Ágata estén igual de bien dibujados.