Lola Pater
por Paula Arantzazu RuizEn Lola Pater, Fanny Ardant, musa de François Truffaut, se ha atrevido a interpretar el papel de una transexual que, en plena madurez, ha de asumir una paternidad de la que huyó para poder vivir su verdadera identidad. La historia de Nadir Moknèche, por tanto, no nos habla tanto de cómo la protagonista asume un yo de género concreto, más bien explica los sentimientos una persona que descubre que ha sido un padre ausente y que trata de recuperar cierto tiempo perdido.
La pirueta dramática de Lola Pater no sólo atañe a la relación del joven que va en busca de su padre y la mujer que se encuentra en ese rol paternal, sino que nos descubre a una protagonista en toda su vulnerabilidad y excesos; y Ardant se mueve dentro del personaje haciendo de cada gesto una lección de interpretación, a pesar de ciertos clichés que Moknèche le imprime y a pesar de la dificultad de encarnar y hacer verosímil la fragilidad de esta paternidad no normativa. Con sus cerca de metro ochenta de altura, su presencia, a veces sutil y en otras desbordante, ocupa por completo la pantalla hasta el punto, no obstante, de eclipsar un relato no demasiado bien armado. Hay algo en la Lola de Ardant que nos remite a una idea de feminidad voluptuosa y extravagante algo arquetípica (el nombre del personaje no es en vano), pero la actriz francesa, por otra parte, sabe dotar a su criatura de la suficiente fuerza emocional como para obviar cualquier cuestión de género, identidad o lo que haga falta. Ante nuestros ojos, en definitiva, Lola Pater ahonda en los vínculos familiares perdidos y en cómo ser capaces de perdonar para poder recuperar aquello que las normas de la sociedad ha prohibido.