Críticas
3,5
Buena
Heartstone (Corazones de piedra)

Teen Angst

por Paula Arantzazu Ruiz

El rostro de un joven rubio y delicado dentro del agua turbia gritando dolorido: esta imagen de estallido ahogado resume a la perfección la maraña de emociones que Gudmundur Arnar Gudmundsson pone en escena en su debut en largo, Heartstone (Corazones de piedra). Muchos son los 'coming-of-age' que llegan a las salas del mundo cine, pero pocos los que consiguen transmitir la vulnerabilidad y la violencia que definen la que tal vez sea la etapa más complicada y excitante de nuestro discurrir por el mundo. Heartstone, para alegría de los que disfrutan del cine que reflexiona sobre la juventud, lo consigue con creces.

Aquí no estamos ante relatos heroicos, extravagantes o tremendistas, sino delante de una historia sobrada de sensibilidad que no teme enseñar aquello que a menudo da pudor mostrar. Y no, no estamos hablando de sexo, sino de miedos, dudas, recelos, ira…, cuestiones incómodas a las que cuesta mirar de manera directa. Gudmunsson, apoyado por una cámara casi epidérmica pero jamás excesiva, nos introduce en la vida y sentimientos de los dos amigos protagonistas para que seamos cómplices de las tribulaciones que marcan sus silencios y sus euforias; paisajes de la emoción que tienen en la pareja de jóvenes actores su mejor vehículo. Tanto Thor (Baldur Einarsson) como Kristján (Blær Hinriksson) están íntimamente ligados con otros adolescentes de la historia del cine cuya desorientación y aventuras nos han conmovido, desde la pandilla de Cuenta conmigo (Rob Reiner, 1984) al Antoine Doinel de Los 400 golpes (François Truffaut, 1959), y, en este sentido, la ópera prima del islandés nos recuerda que a pesar de que pase el tiempo, o a pesar de que las historias sucedan en escenarios alejadísimos, hay ciertos desasosiegos compartidos.

A favor: Las interpretaciones de los chavales protagonistas y sus arcos de transformación respectivos.

En contra: Que aterrice en nuestras pantallas con un pelín de retraso.