Críticas
3,0
Entretenida
Historias de una indecisa

El bolero de Juliette

por Marcos Gandía

Por muchos nuevos tiempos, nuevas modas y nuevas tecnologías que hayan surgido en el milenario arte de buscar pareja, enamorarse, ligar o simplemente echar una canita al aire, todo acaba resumiéndose en una simple cuestión de química y de azar. Cuando Historias de una indecisa, un punto (positivo) más en el carnet de conducir comedias del francés Éric Lavaine (recuerden las bien engrasadas y funcionales Barbacoa entre amigos y Vuelta a casa de mi madre), se acerca a aplicaciones siglo XXI del apareamiento sentimental/sexual como Tinder, y lo hace con una crítica divertida que acentúa más lo que la película viene a decirnos entre sus gags, equívocos y simpatía a raudales: que en el fondo todos tenemos pánico a la soledad y que el amor es una lotería esquiva que seguramente solamente te proporciona el primer premio, el gordo, en las cuadriculadas ficciones de la formulática romcom.

Pero que nadie se asuste. Lavaine, entregado a su actriz fetiche, una sensacional Alexandra Lamy, sabe que la amargura y tristeza de esa cuarentona obligada por las convenciones sociales a tener pareja y a ser feliz no tiene que estar nunca por encima de los mecanismos de enredo. Así, Historias de una indecisa aprovecha esas dudas sobre quién es el hombre de tu vida para facturar un juguete cómico de infinitas aristas: la más payasa de slapstick (las secuencias que protagonizan las dos amigas íntimas de la protagonista, tan antagónicas como delirantes), la más clasicona (con San Howard Hawks de referente) y la más costumbrista (el choque cultural entre franceses y escoceses; las pullas a la crisis económica y al chovinismo gastronómico galo). El romance acaba adueñándose de este bolero con una mujer incapaz de decidir nada en su vida, su futuro amoroso en primer término, y sin embargo, pese a ese progresivo edulcoramiento, el film de Éric Lavaine se sitúa muy por encima de otras intentonas de reflexión risueña (y ácida en su trasfondo) sobre el mundo del corazón de la mujer, léase la estúpida de Bridget Jones. Jamás pierde el olfato a la hora de arrancar una sonrisa, de despertarnos unas carcajadas y de hacernos reflexionar, en primera persona, sobre los avatares indecisos del cuore.

A favor: Alexandra Lamy, una auténtica reina de la comedia en todas sus facetas.

En contra: Su progresiva caída en lo convencional y domesticado.