Críticas
4,5
Imprescindible
Lucky

La leyenda de Harry Dean Stanton

por Xavi Sánchez Pons

Lucky es un personaje interpretado por Harry Dean Stanton que da nombre a una película. Un hombre de noventa años que vive en una pequeña población situada en el desierto de Sonora. Simula estar de vuelta de todo y ser algo misántropo, pero en realidad quiere a sus semejantes y a la vida y tiene cierto temor a morir. A todo esto, Lucky tiene mucho de Harry Dean Stanton, que falleció un año después de acabar el rodaje. Solo unos meses después de cumplir 91 primaveras. 

El primer filme como director de John Carroll Lynch, uno de los actores de cine independiente y de televisión más solicitados de la actualidad, tiene mucho de experimento meta-cinematográfico, ya que en realidad, junto a su aparición en la tercera temporada de Twin Peaks, se trata de la despedida del protagonista de París Texas de la interpretación y del mundo de los vivos. Escrita por dos amigos de Stanton, Logan Sparks y Drago Sumonja, e imaginada entre Bloody Marys en el Dan Tana's, bar de West Hollywood que el actor norteamericano regentó durante décadas, Lucky es uno de los adioses en formato panorámico más bellos y conmovedores de la historia del cine. Un filme entrañable y a la vez duro porque habla constantemente de la muerte, poseedor de una calidez y sencillez que desarma, y de alguna idea de puesta en escena resultona (ese momento lynchniano ubicado en la parte central de la historia).

Lucky, que regala a Stanton uno de sus pocos papeles protagonistas –su hábitat natural en sus casi setenta años de carrera fue la de un actor de carácter utilizado en personajes secundarios-, está llena de instantes memorables. Aquí vemos la cara más luminosa, con algún claroscuro eso sí, de Stanton. Una versión alejada de la desesperanza y el nihilismo de Partly Fiction, el notable documental sobre Stanton que Sophie Huber dirigió en 2012. De hecho, si se contraponen los dos filmes, se crea un diálogo interesantísimo que ayuda a entender la apesadumbrada y enigmática existencia del actor de Kentucky. La humanidad que transmite Lucky –el momento en el que se arranca a cantar “Volver, Volver” a capela es emocionalmente devastador-, también es equiparable al resto de personajes que le acompañan. Ahí están el diálogo entre dos veteranos de guerra que Stanton mantiene con Tom Skerritt (no coincidían desde Alien, el octavo pasajero) o la presencia de Ed Begley Jr. como doctor guasón. Ahora bien, en ese terreno, la palma se la lleva el viejo excéntrico apegado a un galápago interpretado por un David Lynch en estado de gracia cómica. Su historia de amor con el reptil y cómo se utiliza la figura del animal como metáfora del ciclo de la vida, llenan los ojos de lágrimas.

A favor: la calidez y la emoción que se respira en cada uno de sus planos.

En contra: nada.