Evasión o victoria (divina)
por Marcos GandíaDebut en la dirección del guionista Curro Velázquez, Que baje Dios y lo vea no presenta ninguna sorpresa en el tipo de humor que aplica. Quienes le hayan seguido tanto en su trayectoria cinematográfica o televisiva, reconocerán su hábil mezcla entre los tonos ligeros, clásicos y de aplicada caligrafía cómica con los golpes de escatología y de gamberrada. Un mix que siempre le ha funcionado y que en esta su ópera prima no resulta una excepción. Así, entre testículos afectados por un balonazo, exhibiciones rectales que ni Rob Schneider en El gran Stan y un apretón con ventosidad del papa Francisco, Velázquez es capaz de que todo eso tenga no solamente gracia (que la tiene, a veces mucha), sino que no desentone con el corpus de la historia: la epopeya balompédica de un grupo de humildes frailes en problemas en la Liga ecuménica europea.
Sin ahorrar pequeñas pero eficaces pullitas al clero (o no al clero: ¿ese villano apellidado Cienfuegos? Mmmm) y a la burocracia que conlleva (ese obispo calculador – y merengón- que encarna Tito Valverde), Que baje Dios y lo vea se posiciona tanto por el ora et labora como por el ora et juega al fútbol echándote unas risas. Su teología de la liberación (ese radical sacerdote que encarna con aplomo y simpatía el siempre excelente Alain Hernández) se despacha en pocas secuencias, alguna tan maravillosa como la que cierra la película y en la cual el novel realizador se revela no sólo un aplicado director de actores, sino también un tipo con un buen gusto al mover la cámara.
Carente de pretensiones a pesar de que no esconde sus mensajes, la película va directa al grano de su humor, de sus personajes definitivamente entrañables y de saberse dentro de ese género que tan poco frecuenta nuestra cinematografía que es el deportivo. Del humor nada que objetar. Es verdad que hay un porcentaje más alto de chistes gruesos que de toques Lubitsch, aunque el paso por el Vaticano y el papamóvil recuerden al Billy Wilder de Uno, dos, tres.
Sobre los personajes, que es hablar de los actores, se nota el extremo cariño del director y co-guionista: El Langui roba la función sin problemas, pero un Karra Elejalde más contenido que de costumbre, capaz de darle al Bailando de Alaska y Dinarama, el citado Hernández o esos frailes veteranos que se dirían rescatados del Marcelino pan y vino de Ladislao Vajda emparentan al film con la tradición berlanguiana nacional. Y sobre el tema deportivo, pues, he aquí nuestra Evasión o victoria desde campos de pueblo a coliseos romanos. Con homenajes directos.
A favor: Lo bien que mezcla fútbol con humor y frailes.
En contra: La trama del joven novicio y la ATS no aporta casi nada.