Críticas
4,0
Muy buena
En tránsito

Fantasmas de la historia

por Paula Arantzazu Ruiz

Uno de los planos más bellos de En tránsito, la nueva película del alemán Christian Petzold, se ve, paradójicamente, a través de la pantalla de una cámara de seguridad. El protagonista acaba de llegar a Marsella y se ha parado frente al mapa de una estación de metro y por la espalda se le acerca una mujer, con paso rápido pero etéreo, como si en vez de caminar bailara ligera por encima del suelo. Es un contraste estético singular y que, por otra parte, muestra en un solo instante la miríada de tensiones que sostiene la nueva incursión en el melodrama histórico del director de Bárbara (2012) y Phoenix (2014). No toda la película está contenida en ese plano, pero sí esa imagen convoca muchas de las inquietudes que palpitan en el filme. 

Desde Jerichow (2008), Petzold ha ahondado en la historia del cine para buscar las concomitancias del pasado con el presente, y con En tránsito se sumerge en el thriller de espías y en el melodrama de los grandes maestros alemanes (los que huyeron con la Segunda Guerra Mundial, sea Max Ophüls o Douglas Sirk, sean los genios postmodernos como R.W. Fassbinder) para hablarnos del fascismo aún reinante en la Europa del siglo XXI. En tránsito adapta una novela de Anna Seghers de 1944, pero todo lo que vemos en pantalla pertenece a nuestro presente, en un juego de dos temporalidades que brinda una metáfora no demasiado sutil pero sí eficaz y hábil, por especialmente terrible. No es que Petzold traslade el libro a la Marsella de 2018, sino que, en vez de decorados de época, vemos coches actuales y antidisturbios armados con porras y pistolas de hoy en día, como si estuviéramos ante una versión contemporánea y a la vez anacrónica de Casablanca (1942), el clásico de Michael Curtiz con Humphrey Bogart e Ingrid Bergman. 

A Petzold, no obstante, ese escenario fluctuante entre tiempos no le interesa en tanto que reflexión de las contemporáneas sociedades de vigilancia y control, sino más bien le sirve para plantear un melodrama sobre esos no-lugares habitados por el dolor y los espectros. De hecho, En tránsito es la historia de un hombre que suplanta la identidad de otra persona para poder huir al paraíso, y que a causa de ello se queda anclado en un perpetuo trayecto. La idea tiene algo de dantesco y la película, de hecho, confirma cómo luce el rostro de un hombre que lo ha perdido todo, incluso a sí mismo. 

A favor: La habilidad y elegancia de Petzold para manipular temporalidades, tensiones, estéticas. 

En contra: Casi nada.