Críticas
3,0
Entretenida
Marguerite Duras. París 1944

La espera de los vivos

por Paula Arantzazu Ruiz

El único punto de encuentro entre Marguerite Duras y la película de Emmanuel Finkiel en esta adaptación del libro Le doleur –que la escritora publicó en 1985 y que rememora la detención de su marido en la Segunda Guerra Mundial, el también escritor Robert Antelme, y la larga espera sin saber si estaba muerto o continuaba con vida–, es una voz en off que recorre, desde el presente y recordando ese pasado, toda la película casi como si fuera un fantasma. La memoria de los vivos cuando se pone en escena tiene algo de espectral, y esa atmósfera de fantasmagoría tiñe por completo esta película sobre la guerra, la espera, sobre el luto, y sobre la moral en un momento en que los valores han caído por completo.

Duras, interpretada por una solidísima Mélanie Thierry, encarna a la escritora en el París de la ocupación, y la vemos caminando de un lado a otro, deambulando hasta que decide refugiarse en la oscuridad de su casa, sabedora de una guerra que parece estar muy lejos y al mismo tiempo golpea su día a día, hasta hacerlo insoportable. Duras deambula desamparada, y por eso la cámara la aísla de todo, desde atrás, como si quisiera hacernos partícipes de un dolor y un sufrimiento en solitario

Más sutil de lo que aparentan sus imágenes, Finkiel ha dejado atrás los constructos del género del 'biopic' para elaborar un filme sobre una Duras ficcionalizada por la propia Duras y, convertida, así, en una especie de Penélope contemporánea, erosionada por los envites de la Historia, y a la que sólo le queda resistir para vencer. 

A favor: El tono espectral de la película. 

En contra: Cierto pudor ante la idea de experimentar más con la puesta en escena.