Críticas
2,5
Regular
Fortunata

Del melodrama al desafuero

por Carlos Losilla

Una madre y su hija, que intentan sobrevivir en un entorno urbano más bien degradado, deben luchar contra las mil y una dificultades de la vida diaria y de la clase social a la que pertenecen, desde un ex marido autoritario y peleón hasta un vecino drogadicto siempre pendiente de su anciana progenitora. Con este paisaje humano, podemos apostar fuerte a que el neorrealismo italiano de los años 40 y 50 hubiera realizado un documento conmovedoramente verista. Han pasado muchos años desde entonces, sin embargo, y lo que nos ofrece Sergio Castellitto a partir de este material es muy distinto, en parte un melodrama posmoderno más cercano a un cierto costumbrismo estetizante que a otra cosa, en parte un relato de inspiración teatral que tiene su origen en el mito de Antígona para dirigirse raudamente hacia una reflexión psicoanalítica.

En efecto, Fortunata (una magnética Jasmine Trinca, por otro lado, casi siempre sobrepasada por su propio papel) es una mujer fuerte y aguerrida que de repente se topa con un psicólogo que intentará salvarla tanto de su presente como de su pasado. Pues el fallecimiento en extrañas circunstancias de su padre, hace ya unos años, pesa todavía como una losa en sus empeños por salir adelante. Y la mismísima muerte, real o figurada, que viene a visitar inopinadamente a quienes la rodean, crea un ambiente siniestro y espectral que encadena toda una serie de situaciones a veces luctuosas, a veces insólitas: la madre del vecino (Hannah Schygulla, actriz fetiche del gran Fassbinder, cuyos melodramas Castellitto parece a veces querer imitar) cae en los brazos de la Parca, tras haber pasado por los del Alzheimer, y su propio hijo acaba conociendo un destino poco grato, al tiempo que todos y cada uno de los personajes parecen estar siempre en peligro, como si se tratara de una tragedia perpetuamente frustrada.

Castellitto es un actor eminente, que en cine tuvo su época dorada a principios de este siglo --de la mano de Jacques Rivette y Marco Bellocchio, sobre todo— y en teatro ha frecuentado a Shakespeare y Brecht –sin ir más lejos--. No obstante, en su labor como cineasta no parece haberse encontrado aún a sí mismo. En este sentido, Fortunata sigue los pasos de sus películas anteriores, de No te muevas a Volver a nacer, y ofrece un ejercicio de estilo vistoso pero hueco, tan histriónico como su personaje principal, tan incongruente como los secundarios que la rodean. Por mucho que invoque a Pasolini, en cuya Mama Roma dice haberse inspirado, sus ínfulas estéticas acaban destruyendo sistemáticamente cualquier atisbo de intensidad y pasión, convierten la función resultante en un espectáculo chillón y desaforado. Castellitto tenía en sus manos la posibilidad de una historia poderosa –servida en bandeja por la novela homónima de Margaret Mazzantini, su esposa y colaboradora habitual— acerca de un hombre que quiere redimir a una mujer que, a su vez, no parece poder hacerlo por sí sola. Pero finalmente se decanta por un relato edificante sobre las bondades del destino servido a través de unas cuantas escenas siempre al límite, tan esforzadas como desequilibradas. Que no busque más en el pasado del cine italiano: Sergio Castellitto parece estar hallando su lugar como realizador, pero este se encuentra cada vez más cerca de Paolo Virzì o Matteo Rovere –véase aquí mismo la crítica de su Veloz como el viento-- que de Rossellini o Pasolini.

A favor: A pesar de todo, no se puede negar que la película tiene voluntad de estilo.

En contra: Ese mismo estilo, siempre sobredimensionado, acaba ahogando cualquier otra de sus posibles virtudes.