Críticas
3,0
Entretenida
Crimen a contrarreloj

Entre dos mundos

por Xavi Sánchez Pons

En un Hollywood mainstream donde casi no hay espacio para producciones pequeñas que tengan aseguradas una distribución en cine o un buen lanzamiento en plataformas de Internet, la productora Blumhouse es una feliz anomalía a pesar de que muchos de sus títulos apenas lleguen el aprobado en términos de calidad. Jason Blum, dueño del estudio, es un hombre de negocios antes que un amante del cine, y tiene claro que siempre es más importante recuperar lo invertido en una película que arriesgar más de la cuenta en lo creativo o tirar la casa por la ventana con presupuestos desorbitados. Lo mejor del sistema seguro de Blum, filmes de 5 millones de dólares de coste o coproducciones con otros socios que no suelen superar los 15 millones, es que hay directores y guionistas que aprovechan esas condiciones draconianas para levantar proyectos modestos y con hechuras de neo-artesano que en algunos casos están llenos de encanto e ideas interesantes, recuperando así el espíritu de la serie b americana producida por los grandes estudios en los años ochenta y noventa.

Lo último de Jacob Estes, aquel cineasta que debutó en 2004 con la notable Mean Creek (un retorcido thriller rural con adolescentes y guiños al Stephen King de Cuenta conmigo), es uno de esos títulos de Blumhouse de serie media que, si bien no llega a la calidad de felices sorpresas como Upgrade, sí que se posiciona en el terreno de productos disfrutables de usar y tirar como El sótano de MaBloodline (un relectura libre de Dexter que se pudo ver en el paso festival de Sitges). Crimen a contrarreloj se sitúa en el terreno de la ciencia ficción soft de películas como FrequencyDéjà vu (Cambiando el pasado) y series como el reboot de The Twilight Zone, y también guiña el ojo a las historias clásicas de policías corruptos, una mezcolanza que funciona. Rodada en exteriores, uno de sus principales hallazgos, consigue ofrecer una visión impresionista de Los Angeles muy influenciada por los trabajos de Michael Mann que transcurren en esa ciudad. Crimen a contrarreloj es una de esas historias que presentan el elemento fantástico sin proporcionar una explicación, algo que juega en su favor. Es más, maneja de forma satisfactoria la distorsión en el espacio-tiempo que planeta como macguffin y mecanismo narrativo, dosificando bien el suspense, la emoción y la dimensión humana del relato (esto último apoyado en dos intérpretes fantásticos, David Oyelowo y Storm Reid).