Críticas
3,5
Buena
Call TV

Extraños en la noche

por Carlos Losilla

No soy más que un recién llegado al universo de Norberto Ramos del Val. Lo descubrí hace un par de años, cuando vi la sorprendente Amor tóxico (2015), con guión de su inseparable Pablo Vázquez y mi admirado Toni Junyent. Pero él ya llevaba mucho tiempo fabricando películas, por lo menos desde su corto Luismi (1995) y su largo Muertos comunes (1997), ambos con Javier Albalá, que a su vez cuenta con una desopilante intervención en su último trabajo. Las películas de Ramos del Val son combativas, pero no en el sentido que habitualmente damos los críticos de cine a esta expresión. En Call TV, un personaje dice más o menos: “Vamos a hacer una película, pero que no sea ni una 'low cost', ni una experimental, ni una indie ni una mierda de esas”. No sé si podría tratarse del credo del cineasta, pero no hay duda de que las tres películas suyas que he visto no tienen nada que ver con esas etiquetas. Al contrario, su cine –por lo que sé-- bebe de los géneros clásicos, aunque siempre pasados por el filtro de un humor feroz y agresivo; su estrategia consiste en mezclarlos atrevidamente, aunque sin perder nunca el ritmo ni el dinamismo de un cómic o una canción pop; y, en fin, su objetivo no es otro que crear artefactos raudos y veloces, ya sea a través del diálogo o de la acción, comedias negras cuya visión de las relaciones humanas y del propio cine resulta ser tan sombría como su puesta en escena, en apariencia limpia y transparente, en realidad barroca y sinuosa. Pues bien, Call TV es todo eso y mucho más: un relato dentro del relato que empieza como una serie B de terror posmoderno y acaba como una doble historia de amor en los tiempos de internet y la telebasura.

Lucía (María Hervás) es una actriz en horas bajas que da con sus huesos en un plató de televisión contestando a las llamadas del público. Allí trabaja también Charly (Ismael Martínez), su realizador, cuya estoica inocencia corre pareja con una chulesca chabacanería. Pero ¿qué hace ahí en medio Hugo (Álvaro Lafora), un espectador con vocación de 'hipster' enamorado catódicamente de María? ¿O su vecina Avril (Ana del Arco), que bebe los vientos por él? ¿O la asesina Salma (Aroa Gimeno), que parece perseguir a María? Ramos del Val y sus guionistas cruzan a estos personajes con algunos más y consigo mismos, los introducen en una trama sometida a giros constantes y desconcertantes, y finalmente los estrujan, los llevan al límite para que se den a ver como lo que son: pobres diablos que solo necesitan a alguien que los escuche, que los comprenda por un rato, que les haga vivir esa aventura que siempre soñaron u olvidar un pasado del que no pueden escapar. Pues, aunque Call TV parezca inmisericorde, una película cínica y descreída, se trata de una historia de amor múltiple, de los personajes entre sí y del director con el cine. Ramos del Val somete su material a tales estiramientos y torsiones, lo zarandea de tal modo, que es capaz de hacer convivir en una misma escena el thriller y el absurdo, el horror y el humor, el romance y la miseria moral. “En este país ya no se hacen películas”, afirma un personaje, a lo que otro, unas cuantas escenas más allá, le contesta que, de todos modos, “los finales de las películas españolas son una mierda”. Call TV es el cine español que no puede hacerse, o que simplemente no se hace: ya que nunca podremos ser ni Brian de Palma ni James Wan, por lo menos seamos su sátira burlesca, su espejo deformado. En eso, el cine de Ramos del Val está más cerca de Valle Inclán de lo que parece, tan próximo al esperpento que acaba enlazando fluidamente con toda la gran tradición española al respecto.

Por supuesto, una operación tan ambiciosa necesitaba o bien una implacable mano de hierro, o bien un sentido de la transgresión capaz de ignorar todas las convenciones. Y es una lástima que, en ocasiones, Ramos del Val se quede a medio camino de ambos, no vaya más allá en sus propuestas más atrevidas. Los sueños y alucinaciones de Hugo, que crean un avatar de María invisible para todos los demás, consiguen construir un clima alucinado, como de ciencia-ficción onírica en medio de una ciudad nocturna y desierta, que acaba chocando con una estructura churrigueresca, que a su vez necesita cerrarse sobre sí misma para subsistir, lo cual la obliga a cumplir con ciertas obligaciones argumentales que no le eran necesarias. El cine se ha convertido, sí, en un multirreflejo de todas las pantallas y todas las fantasías que nos alimentan, pero no por ello debe dejar de hablar de nosotros mismos. Y a veces Ramos del Val está más atento a la subversión pasajera que a la creación de climas y situaciones, lo cual es una lástima porque esto último se le da realmente bien. Es una suerte, en este sentido, que el conjunto de los actores brille por sí mismo, y también que los diálogos propongan inextricables mezclas de costumbrismo y surrealismo, pues en el fondo de eso se trata: Call TV es una pequeña disertación sobre el lugar al que ha llegado el cine (español o no), para bien y para mal.

A favor: Los actores, los diálogos, las situaciones, los distintos climas…

En contra: Las dudas ocasionales a la hora de coser todo eso.