Rompiendo los límites del musical
por Virginia MontesEl director danés Lar Von Trier lograba por fin alcanzar el reconocimiento unánime y la Palma de Oro del Festival de Cannes en el año 2000 gracias este musical convertido en uno de los más icónicos del cine contemporáneo. La película se inscribía dentro de la trilogía que denominó como "el corazón de oro", en la que situaba a personajes caracterizados por una extrema bondad que contrastaba con la podredumbre moral de la sociedad en la que se inscribían.
Von Trier quiso realizar un experimento con esta película, aplicó algunos de los postulados de su Dogma 95 y se saltó otros, en beneficio de una historia que pretendía, como el propio personaje, Selma (encarnado y vivido por la cantante Bjork) que el espectador fuera capaz de sentir las emociones más puras. Utilizó el género del musical para acercarse al lenguaje de los clásicos y la cantante Bjork compuso una extraordinaria partitura que se materializó en la pantalla a través de unos números musicales a medio camino entre el videoclip y un realismo descarnado. Las texturas de la película resultan envolventes, a la vez que la película te va atrapando en un progresivo bucle emocional que desemboca en uno de los finales que más dan ganas de llorar de todos los tiempos. Y se hace a gusto, vaya que sí.
A favor: La concepción formal de la película. Y Bjork.
En contra: Que su tendencia a la lágrima pueda molestar a los más puristas.