Críticas
4,5
Imprescindible
Puñales por la espalda

Invertir bien la herencia

por Alberto Corona

Un vistazo superficial a la carrera de Rian Johnson bastaría para sorprendernos ante lo heterogéneo -por no decir caótico- de la misma. El director estadounidense ha cultivado el 'neo-noir' (Brick), la comedia de atracos (Los hermanos Bloom), la ciencia ficción más o menos dura (Looper) y el 'blockbuster' de gran escala (Los últimos Jedi), además de episodios muy señalados de Breaking Bad. Más que suficiente para hablar de falta de personalidad, de cierta condición de artesano que se ha hecho un hueco en el aparato industrial a fuerza de hacer lo que le decían… si no fuera porque la mayor parte de estos trabajos los ha escrito él. Si no fuera porque, afinando un poco más y centrándonos en esta Puñales por la espalda que acaba de firmar, viéramos en esta trayectoria una voluntad muy clara y transparente, refrendando su estatus de autor con todas las letras y, más aún, de autor que el cine de vocación popular necesita con ansia desesperada.

La mayor parte de los personajes de Los últimos Jedi manifestaban de uno u otro modo la necesidad de dejar morir el pasado, para que en última instancia esta formidable película defendiera la urgencia de un punto medio. Una prometedora visión de futuro que tuviera en cuenta qué fallos y qué aciertos se dieron antes, y a partir de este conjunto aprender y adaptar su registro a los requisitos de la actualidad. Este sencillo y luminoso pensamiento, más necesario que nunca en la posmodernidad que nos ahoga -y defendido por otros geniales creadores de audiovisual contemporáneo como la dupla Phil Lord/Chris Miller o incluso alguien tan alejado de su órbita como James Gray- también encuentra la exaltación más feliz posible en Puñales por la espalda, que desafiando cualquier prudencia comercial se ha querido anunciar como “un 'whodunit' de Rian Johnson”. Una broma privada, quizá, partiendo de la optimista asunción de que el mero apellido de Johnson atraerá a los espectadores -y no se limitará a hacer hervir la sangre del sector más conservador del 'fandom' de Star Wars-, pero que en última instancia se revela como una juguetona declaración de intenciones. Porque, obviamente, Puñales por la espalda no es solo un 'whodunit', como Brick no era solo un 'neo-noir' o Los últimos Jedi no era solo una película de Star Wars. El apellido pesa.

Puñales por la espalda es un sentido homenaje a las historias de Agatha Christie, Conan Doyle o Dorothy L. Sayers que no elude la parodia o la deconstrucción. Por eso el milimétrico guión de Johnson desecha desde el minuto uno el presupuesto más importante de dichos relatos -aquí el autor del crimen es lo de menos-, y alza al detective protagonista, un Daniel Craig apoteósico, como el personaje más abiertamente ridículo de la función, cometiendo además la herejía de permitir al espectador que, durante un tramo considerable, vaya muy por delante de él en cuanto a posesión de información clave. Pero eso no es todo. La inteligencia de Johnson no sólo le basta para reírse de un género al tiempo que le declara su amor incondicional, sino que además utiliza la totalidad de su arquitectura para lanzar un discurso relevante sobre el presente. El holgado reparto, lleno de estrellas involucradas en la fiesta de su vida, encarna un catálogo de personajes ebrios de secretos y rencores, que definidos a trazo grueso apuntalan un catálogo aún mayor de mentiras. Las que le cuentan al detective Benoit Blanc para no ser descubiertos pero, sobre todo, las mentiras que se cuentan a sí mismos.

La quinta película de Johnson es generosa, por supuesto, en juegos metalingüísticos -el asesinado en cuestión es un afamado escritor de novelas de misterio-, pero su intención nunca pasa por que las ideas se queden encerradas en el lenguaje, dando origen a un artefacto ensimismado. Podría serlo dada la elegancia de Johnson a la puesta en escena o a la habilidad con la que encadena un 'gag' desmitificador tras otro, pero Puñales por la espalda tiene otras ambiciones. Por ejemplo, valorar los meritocracia como engañosa construcción colectiva. O cuestionar las expectativas del sueño americano. O reírse de la condescendencia de las clases acomodadas hacia los estamentos inferiores, con un vitriolo que no le anda a la zaga al de un Jordan Peele o un Bong Joon-ho. O, simplemente, probar a lanzar un chiste sobre Thomas Pynchon con la certeza de que la audiencia no sólo lo pillará, sino que está en su misma página, y no en la del triste 'troll' de la 'alt-right' que esparce odio por Internet y en la vida real sólo se atreve a abrir la boca para insultar al servicio doméstico. Puñales por la espalda quiere hacer todo eso y, ya que lo consigue, no le queda más remedio que ser una de las mejores películas del año.