Críticas
2,5
Regular
007: Alta tensión

Nuevos aires poco convincentes

por Virginia Montes

Primera película con Timothy Dalton en el papel de James Bond, '007: Alta tensión', también fue la última en desarrollarse en la Guerra Fría, el escenario natural del famoso espía británico. Dirigida por John Glen, quien rodara las cinco entregas de Bond durante la década de los ochenta (tres con Roger Moore y otras dos con Dalton), '007: Alta tensión' tiene la estética típica de las películas de Bond de la década, aunque comienza a presentar un aspecto diferente que desembocará en el desastre generalizado durante la época con Pierce Brosnan en la piel de Bond (en parte, quizá, porque ya no se basarán sus aventuras en la obra de Fleming hasta 'Casino Royale'). Aunque normalmente denostadas, las películas de Bond con Dalton como protagonista están como poco al mismo nivel de las anteriores de Moore durante los ochenta, aunque esto, en verdad, no sea mucho que decir: no fue la mejor época para el agente secreto, aunque son películas en las que la acción, como en '007: Alta tensión', comienza a imponerse con una mayor fuerza que en títulos anteriores, dejando de lado la cierta sutileza del espionaje, quizá porque los tiempos están cambiando y la nueva situación mundial que empieza a presentirse ocasiona que el famoso agente secreto deba encontrar otras salidas; aunque no hay que olvidar que '007: Alta tensión' tiene varios momentos, como en el parque de atracciones, en los que se intenta acercar más a las antiguas películas de espionaje que a la acción pura y dura, a pesar de que esta acabe imponiéndose. Así, de manera paulatina, parece que 007 se transforma en un héroe de acción más mundano, aunque cada más acrobático (e imposible). Dalton ofrece al personaje un nuevo giro dejando de lado el humorismo y el sarcasmo de Moore, regresando a un Bond más duro e, incluso humano, aunque francamente muy soso (porque Dalton lo era). Este nuevo humanismo se traduce también en un romance casi único en la saga: en '007: Alta tensión' Bond vive una auténtica historia de amor (tan imposible como algunas de sus acrobacias), que nada tiene que ver con otros intentos anteriores. Este romance queda en nada en la siguiente entrega, pero evidencia que Bond necesita nuevos aires. Y se los dieron, aunque no fueran en lo más mínimo convincentes. No obstante, queda la sensación de que aunque Dalton no fuera el mejor 007 posible, sus dos películas sí cerraron una forma de concebir al personaje muy concreta.

A favor: Que John Glen imprime un buen ritmo a pesar de la duración y algunos instantes, como el desarrollado en el parque de atracciones.

En contra: Maryam d'Abo, una de las peores chicas-Bond de la saga.