Críticas
3,5
Buena
Gladiator II

Si vienes a por una lección de historia, es que no has entendido nada

por Andrea Zamora

En la ciudad de Roma aún se mantiene en pie una de las armas políticas más poderosas de la historia: su propósito fue mostrar la riqueza del Imperio después de ser devastado por la peste, el fuego y la guerra. Servía para controlar y pacificar a la población, ayudaba a ganar votos y actuaba como una herramienta propagandística. El Coliseo es una de esas maravillas de la ingeniería y la arquitectura que nos legaron nuestros antepasados, demostrando una vez más que no somos pioneros en nada. El entretenimiento como fortaleza política. Un anfiteatro para generar distracciones y ofrecer el agasajo más brutal: la muerte como diversión. Todo vale con tal de conseguir la victoria. Gladiator II también tiene algo de eso: un todo vale cuyo objetivo dentro de la gran maquinaria de la industria cinematográfica es entretener. Y lo logra.

Leer crítica completa de Gladiator II: Si vas a ver 'Gladiator II' para que Ridley Scott te dé una lección de historia, no has entendido nada: Puro espectáculo con un Paul Mescal digno heredero de Russell Crowe

Ambientada 15 años después de los eventos de la primera película, Gladiator II sigue la historia de Lucio. Este niño, que fue testigo del sacrificio de Máximo, se vio obligado a huir de Roma y separarse de su madre. Lucio es un hombre casado que reside en el antiguo reino bereber africano de Numidia. Lleno de ira y odio hacia el poder y el Imperio romano, cuando el general Marcus Acacius llega con sus tropas para conquistar Numidia en nombre de los emperadores Geta y Caracalla, Lucio pierde todo lo que le queda. Convertido en esclavo, ahora lucha por su vida en el Coliseo con el objetivo de vengar sus pérdidas.

Esta nueva epopeya de Ridley Scott -que tiene una vasta experiencia en el género- no solo captura la espectacularidad de la primera Gladiator (2000), también hereda sus personajes y su narrativa. Se ha revelado que Lucio, el protagonista, es hijo de Máximo, y sus historias son tan paralelas que parece que el guionista David Scarpa y Scott han tomado el guion original y lo han enriquecido con más acción y grandiosidad. Máximo, interpretado por Russell Crowe, quien ganó un Oscar por su papel, era un hombre que solo deseaba regresar a casa con su familia, y aunque lo logra, tiene que morir. Lucio, que ve a su esposa partir en la barca de Caronte, busca vengarse y luego reunirse con ella en el Inframundo. En resumen, son hombres sin miedo a la muerte, casi kamikazes, pero con un dominio de la estrategia y la batalla que los convierte, en contra de su voluntad, en seres inmortales en la arena.

Aunque intentemos evitarlo, no se puede no comparar ambas películas. Gladiator fue y sigue siendo un filme emblemático que dejó una marca en el cine épico de aventuras. Fue nominada a 12 premios Oscar y ganó 5, incluyendo el de Mejor Película. Su secuela, aunque menos fresca y original, se llena de personajes carismáticos, extraños y tan atractivos que es un placer ver cómo los actores los interpretan. Lucio es reservado y vengativo y su rectitud contrasta con los manierismos de Macrinus, un astuto y manipulador propietario de esclavos, y los perturbados y hedonistas emperadores que lideran una Roma en decadencia.

Paul Mescal brilla como Lucio, siendo un digno sucesor de Crowe. También un juguetón Denzel Washington como Macrinus, y dos pasados de rosca, en el mejor de los sentidos, Joseph Quinn como Geta y Fred Hechinger. En comparación, actores como Pedro Pascal y Connie Nielsen quedan algo eclipsados. No por falta de talento, sino porque sus personajes son mucho más serenos que los mencionados anteriormente.

Ridley Scott tiene un don especial para filmar batallas, y Gladiator II comienza precisamente con una, evocando el impresionante inicio de la primera película. El protagonista también debe encontrar la manera de sobrevivir en la arena del Coliseo. Sin embargo, mientras que las luchas de Máximo eran más realistas, las de Lucio reflejan la locura de los emperadores que gobiernan Roma. Además de enfrentarse a un grupo de babuinos, lucha contra un rinoceronte y, en una de las escenas más destacadas incluso antes del estreno del filme -ya se vio en el tráiler-, lidera una naumaquia, un espectáculo que recrea una batalla naval en la antigua Roma.

Aunque varios historiadores han señalado la anacronía de este momento, es una escena que encapsula lo que es Gladiator II: llevar la acción de la primera película al extremo. En ella, el Coliseo se inunda de agua y Lucio y los gladiadores luchan sobre sus barcos. Si no son abatidos por una espada o una flecha, lo son por un tiburón. Scott, en su afán de hacer que Gladiator II sea más grandiosa que su predecesora, va un paso más allá siempre que puede, bordeando el disparate.

¿Realmente ocurrió esta naumaquia en la época de Geta y Caracalla? Los historiadores ya han demostrado que no, pero ¿acaso importa? Si vas a ver Gladiator II esperando que Scott te dé una lección de historia, no has entendido de qué trata esto. No se trata de rigor histórica, el objetivo es otro: puro espectáculo.