Crimen y comedia negra
por Virginia MontesTroy Duffy escribió y dirigió su primera película en 1999, 'Los elegidos' para, diez años después, realizar las segunda, 'Los elegidos 2'. Nada más. Una carrera corta, limitada y alrededor de una misma idea que denota que Duffy no debe tener muchas más. O al menos no ha logado darles formas cinematográficas. A tenor del resultado de 'Los elegidos' resulta sorprendente, porque estamos ante una película más que estimable, llena de todos los tics posibles que van desde el cine indie norteamericano hasta todas esas películas de mafia y bandas callejeras emblemáticas, pero al mismo tiempo posee cierta personalidad en su planteamiento y en su fusión de acción, thriller y comedia negra. Con dos protagonistas, Willem Dafoe y Sean Patrick Flanery, capaces de dar a sus personajes personalidad, 'Los elegidos' posee la virtud de jugar en todo momento en la delgada línea que separa a una película de ser una excentricidad curiosa e interesante o de ser una completa estupidez. Duffy juega con esta idea, lo cual podría explicar que su película posea momentos verdaderamente grotescos pero que acaban encajando a la perfección en un conjunto enloquecido y cuyo sentido a veces no se tiene claro cuál es, esto en caso de que en realidad aspire a tener algún tipo de coherencia. Narrativamente es dinámica y se mueve bien en el terreno de la acción, aunque el contexto social sea más o menos un paisaje como otro cualquiera. La música (Duffy es músico) acompaña constantemente las imágenes tengan o no sentido, mostrando una vez más que Scorsese sabe lo que hace cuando introduce una canción y no otra, y que no es cuestión simplemente de introducir canciones sin sentido alguno. Pero aun así, en 'Los elegidos' esta arbitrariedad acaba resultando simpática. En definitiva, una película que un día puede gustar y al otro parecernos uno de los mayores disparates cometidos en forma de película. Pero solo por esta disyuntiva merece la pena.
A favor: Que resulta un desbarajuste fílmico en casi todos los sentidos.
En contra: Que ese desbarajuste puede acabar irritando.