Belmondo, rey de la selva
por Diana AlbizuEn su momento fue una de las últimas actuaciones de Jean-Paul Belmondo (estuvo sin aparecer en la gran pantalla los siguientes siete años, hasta repetir con el mismo Lelouch en su versión de 'Los miserables') y, desde luego, es la gran estrella de un largometraje que amalgama todos los puntos fuertes y débiles de su director, Claude Lelouch. Narración en desorden cronológico, dislocación temporal, estética mimada, montaje musical, rememoración de momentos vividos que se escapan.
Belmondo es Sam Lion, un antiguo trapecista de circo que decide abandonar el negocio familiar y convertirse en un empresario, campo en el que obtiene un gran éxito. Asistimos al discurrir de un monólogo interior consigo mismo en el que recuerda distintos momentos de su vida y los numerosos lugares que llegó a visitar, las mujeres que amó, los asombros del mundo que padaleó. Por desgracia, la dispersión habitual del autor de 'Un hombre y su mujer' hace tan atractivo el caleidoscopio visual y sincopado de planos como cercana al tedio la historia de un hombre de circo que decidió domar leones en África.
A favor: El innegable carisma de Belmondo.
En contra: Lelouch se perdió al acabar los 60 y todavía no se ha encontrado.