La culpa y la redención
por Israel ParedesDespués de años entregando películas irregulares pero sumamente interesantes, Abel Ferrara logró en 1992 crear su primera gran obra: Teniente corrupto. En ella desplegaba todas sus obsesiones temáticas a partir de un drama policiaco sobre la corrupción como mera excusa para acercarse a una sociedad enferma y turbia mediante un teniente de policía (un Harvey Keitel inmenso) que tras llevar una vida profesional basada en el abuso de poder y la violencia se replantea su vida cuando debe investigar la brutal violación de una monja. Ferrara se adentra en los infiernos de un hombre con la religión y sus dudas como telón de fondo para construir una película de aliento visceral, violenta, polémica y totalmente extrema en la que el cineasta se expone sin miedo consiguiendo una puesta en escena tan sucia como cristalina mediante un realismo áspero y cortante que expone sus cartas abiertamente. Busca provocar, inquieta, molestar, y lo consigue. Teniente corrupto es una obra maestra del cine de los noventa y junto a El funeral quizá la mejor obra de un cineasta extremo que nunca ha renunciado a su estilo e ideario, aunque eso haya supuesto de vez en cuando no conseguir obras redondas. No es el caso de Teniente corrupto, cuyas imágenes esconden algunos de los momentos más espléndidos de los noventa, totalmente inolvidables.
A favor: Todo, Keitel, el trabajo visual de Ferrara.
En contra: Nada.