La China moderna
por Rodolfo SánchezChen Kaige comenzó su carrera durante los años ochenta sin llamar la atención demasiado, no más allá de ciertos núcleos cinéfilos abiertos a propuestas fuera de occidente: todavía no había surgido el boom por el cine asiático de los noventa. Pero llegada esta década, la atención se volvió hacia oriente y uno de los cineastas que se descubrieron fue Kaige, en parte por el gran éxito de su película Adiós a mi concubina.
Y aunque su obra, a partir de ese momento, no fue tan interesante, todavía pudo realizar en 1996 Luna tentadora, inferior que la anterior pero llena de interés gracias a la siempre excelente fotografía de Christopher Doyle, a la presencia de una impresionante Gong Li, a un ritmo medido en su desarrollo narrativo y a las imágenes de Kaige, perfectas y muy trabajadas. Y a una apuesta por narrar una historia de amor a la par que radiografiar una China en cambio con la eclosión de los negocios ilegales de fondo. De este modo Lune tentadora se abre a varios discursos y aunque no consigue reunirlos de una manera convincente en equilibrio el resulto en su conjunto es francamente interesante, quizá porque Kaige rehúye el sentimentalismo más sencillo y apuesta por una clara sordidez que crea una excelente atmósfera malsana en el relato.
A favor: La fotografía, Gong Li.
En contra: Que no todas las piezas encajan como deberían.