Una pequeña gran película
por Israel ParedesTras dirigir tres medianías, Noah Baumbach consiguió con Una historia de Brooklyn llamar verdaderamente la atención. Y con razón. Cuando el cine independiente norteamericano parecía abocado a la repetición incesante del modelo noventero vía Sundance (con mejores o peores resultados) Baumbach creó una película que reelaboraba todo ese legado inmediato (y en el que él mismo había trabajado en sus primeras películas, pequeñas comedias sin demasiado fuste) para crear una narración con tintes autobiográficas pero, a su vez, para rendir ciertas cuentas con otro legado mucho más importante y profundo: el dejado por aquellos intelectuales que, tras la contracultura, se acomodaron en sus sillones burgueses sin haber cerrado las heridas que dejaron abiertas. Y así, Una historia de Brooklyn es tanto una comedia sobre una familia rota en la que los hijos asumen roles adultos a la vez que una mirada tragicómica hacia esa clase intelectual que no llegó nunca a creerse demasiado aquello que defendía y ha acabado desolada y con un cierto halo de perdedores. Todo ello mostrado con un dinamismo magnífico, con una puesta en escena tan elaborada como nada barroca, con unos diálogos brillantes y magníficamente interpretada. Posiblemente una de las mejores películas de los últimos años, tan capaz de emocionar como de herir las sensibilidades, una obra que demuestra que la profundidad y la diversión no están, ni deben estarlo, reñidas.
A favor: Todo.
En contra: Nada.